La historia de la matrona que arriesgó su vida por desobedecer las órdenes del médico nazi de Auschwitz

El médico nazi Josef Mengele ordenaba a la 'La partera de Auschwitz' asesinar a los neonatos tras el parto

Redacción Religión

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Stanisława Leszczyńska nació en 1896 en Łódź, en Polonia. A los cuatro años murió su padre y su madre, por lo que tuvo que trabajar muy duro en una fábrica. En el colegio hablaba, junto a sus hermanos pequeños, en ruso, idioma que necesitaría años después. En 1916, Stanislawa conoce a Bronislaw, un impresor. Se casan y se van a vivir a Varsovia. Allí ella estudiará obstetricia (parte de la medicina que se ocupa del embarazo, el parto y el período de tiempo posterior a este).

Tuvieron cuatro hijos, tres varones y una niña. Cuando estalla la II Guerra Mundial, detuvieron a toda la familia, porque en la imprenta se hacían documentos falsos para los judíos. Su marido muere, sus hijos van al campo de Mauthausen y ella y su hija a Auschwitz.

Allí se enteró de que la matrona había enfermado, por lo que fue al médico del campamento para ofrecer su ayuda a las mujeres que daban a luz. Se encontró con el horror: los niños eran inmediatamente asesinados al nacer, ahogándolos en barriles de agua. A las mujeres débiles, tras el parto, las mandaban al crematorio. Ella se negó a asesinar a ninguno.

Quien fuera un médico y oficial alemán en el campo de concentración de Auschwitz, Josef Mengele, ordenó a Stanisława matar a los bebés. Pero ella le respondió recordándole el juramento hipocrático: "No puedes matar niños por el juramento que hiciste. Yo tengo que respetar tus palabras". Pese a la desobediencia, Mengele no la mató.

Pero a partir de ese momento, cada parto que atendiera podía costarle la vida. En el campo de concentración no había sala de partos. Stanislawa improvisó un sitio junto a una cañería de una chimenea. El doctor Mengele le había dicho que como viera un sólo pañal la mataría. Así que ella los secaba con su estómago o sus muslos para que nadie los descubriese.

Estaba todo lleno de ratas que mordían a las pobres madres. Era un lugar sucio y un foco de todo tipo de infecciones. Tuvo que tratar de obtener el agua necesaria para lavar a la madre y al recién nacido. Tras asistir en su primer parto, lo primero que hizo fue bautizar al bebé, liarlo en papeles y cubrirle bajo una sucia manta para que su madre lo viera y lo besara por primera y última vez.

Durante su estancia en el campo de concentración, Stanislawa ayudó a nacer a 3.000 niños. Aquello le valió el apodo 'La partera de Auschwitz'. Ninguno murió en el parto ni tampoco las madres. Tampoco enfermaron. Sin embargo, desgraciadamente sobrevivieron unos treinta bebés a las duras condiciones de la prisión.

Más de 1.500 recién nacidos fueron asesinados por enfermeras alemanas. Los demás murieron de hambre y frío. Stanislawa se las arregló para bautizarles a todos. Incluso les hizo un pequeño tatuaje a aquellos que eran dados en adopción a familias alemanas para que parecieran "arios" (la raza mejor dotada que existía, según el nazismo).

Era un intento desesperado para que aquellas madres quizás pudieran reencontrarlos. Los prisioneros la llamaban "madre" y "ángel de la bondad". Una vez, en Nochebuena, la matrona recibió un paquete de pan de sus padres. Ella lo cortó, lo puso en un pedazo de cartón y se lo dio a los prisioneros como un banquete. En ese momento entró Mengele. Ella le miró a los ojos y él los bajó antes de marcharse. No hubo represalias. Stanislawa rezaba el rosario por la mañana, por la tarde, antes de las comidas y el trabajo. Siempre hacía una señal de la cruz sobre la mujer que daba a luz y el recién nacido.

Las mujeres judías que estaban allí le pidieron el bautismo. Les enseñaba el Padrenuestro y el Ave María y les hacía rosarios con pan sobrante. Cuando llegaba el momento del parto, le decían: "Bautiza a mi bebé". Tenía una fortaleza sorprendente, a veces pasaba tres días sin dormir. Stanislawa sobrevivió al campo de concentración y consiguió reunirse con sus hijos. Murió el 11 de marzo de 1974 de cáncer intestinal. En 1992 comenzó su proceso de beatificación.

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