La historia del jesuita que acabó de astrónomo jefe de El Vaticano: "En el universo veo la mano de Dios"

Guy Consolmagno mira las estrellas cada día como jefe de la Specola Vaticana y  valora cómo la ciencia le ha hecho redescubrir la belleza de ser católico

Redacción religión

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El Vaticano podría ser el lugar de la tierra donde estar más cerca del cielo. Esta frase se cumple en la vida del hermano Guy Consolmagno, director del Observatorio Astronómico de la Santa Sede desde 2015. A sus 66 años, este jesuita reconoce que su encuentro con Dios se produce a través de la mirada al universo desde los enormes telescopios vaticanos. Reconoce que necesita de un poco de fe para que esa admiración que le despiertan las estrellas, los cometas y planetas le haga pensar en Dios, . 

El hermano Consolmagno afirma que "en el universo veo la mano de Dios, su gloria, su inteligencia, su belleza. Pero esto solo es posible si ya crees". En una entrevista con el medio Famiglia Cristiana, el religioso afronta otros temas controvertidos como la relación entre la ciencia y la fe. 

El valor de la ciencia para la religión

Él mismo defiende que no hay conflicto entre la ciencia y la fe. Se remite a un mensaje que el Papa Juan Pablo II envió a su predecesor al frente de la Specola Vaticana. El, por entonces, Santo Padre destacó que "la ciencia es importante para la religión porque puede erradicar la superstición, es decir, las falsas creencias ". 

El caso de Galileo es otra de las acusaciones que sufre la Iglesia. Consolmagno reconoce que la crítica contra el pensador existió, pero no desde el punto de vista religioso. Explica cómo el temor y la ausencia de estudios astronómicos causaron el conflicto con el astrónomo.

"Galileo ha sido abusado por los fuertes poderes de la Iglesia por cuestiones políticas, nadie ha cuestionado sus estudios. Por otro lado, en 1600 las personas no tenían una idea clara de las diferencias entre la ciencia y la religión. Sus afirmaciones habían sido cuestionadas por los supuestos de Galileo y esto provocó dudas y temor en ellos".

El experto del MIT que enseñó las estrellas en Kenia 

El origen de la fe de Consolmagno se encuentra en su infancia como monaguillo, ayudando en la celebración de la Misa. Su vida le llevó a poder compaginar las dos facetas del cielo que había encontrado en su vida: la vocacional y la profesional. Este amante de la ciencia ficción consideró una "aventura increíble" poder ser científico. Cree que lo ha sido, porque, "me hizo redescubrir la belleza de ser católico"

A sus en torno a 30 años, el astrónomo era investigador del Instituto de Tecnología de Massachussetts, en Boston. Tenía una gran proyección por delante, "pero me sentía vacío", cuenta. 

Por eso, decidió dejarlo todo e irse a África con las fuerzas de paz de Estados Unidos. Allí pudo confirmar que la relación entre su profesión y su deseo de Dios iban a estar vinculadas. "Al llegar a Kenia, cerca de Nairobi, le pregunté a la gente que conocía qué podía hacer por ellos. Y ellos, que sabían que yo era astrónomo, me dijeron que querían ver las estrellas. Allí me di cuenta de que el hombre no vive sólo de pan. Nadie puede existir sin alimento para el espíritu, independientemente de en qué parte del mundo se encuentre. Esto nos distingue como seres humanos".

"La religión no es lo mismo que Dios" 

Como científico, el jesuita se admira por el ser humano y su capacidad de hacerse preguntas existenciales. Saca su faceta de experto en ciencia ficción para asegurar que esta disciplina, junto a la historia y a la religión, ayudan al ser humano a buscar una respuesta. 

Valora el recurso de la ciencia ficción de cara a mirar, por ejemplo, el Evangelio, "porque en estas historias fascinantes, que generalmente cuentan lo que sucede en otros planetas a través de aventuras, explosiones, naves espaciales, batallas, encontramos nuestros temas éticosY las parábolas de Jesús ¿qué son si no historias?"

El aspecto narrativo de los temas históricos, religiosos de científicos también le llama la atención. Considera que todas comparten una esencia: ayudar al ser humano a acercarse al Misterio de Dios. "La verdad es que lo que sucedió, la historia, es como la contamos, y debe contarse bien. Si hay mala narración, hay mala espiritualidad. La historia no es la verdad. La ciencia no es lo mismo que la naturaleza. La religión no es lo mismo que Dios. Pero las tres son formas de encontrarse con Dios".

La realidad puede encontrarse en la fantasía

La ciencia y la ciencia ficción son caminos que discurren juntos para este religioso científico. Por ejemplo, Harry Potter y El Señor de los anillos son obras que él tiene de referencia para mirar a la vida desde esa perspectiva.

"Amo a Harry Potter , así como a El Señor de los anillos de Tolkien. Son los libros más religiosos que existen. No hablan explícitamente de Dios, pero todos los desafíos de la religión están presentes allí. Los héroes no son perfectos y los malvados no lo son completamente. El error puede ser cometido por todos, no hay una separación total entre el blanco y el negro, como sucede en la vida. De hecho, a veces la salvación viene de lo malo. Así encontramos la realidad en la fantasía. Esta es una lección que debemos aprender ", asegura en el diario italiano.

Recuerda que no es sacerdote, sólo religioso. Pero reconoce la extensa contribución de la Iglesia a varias disciplinas científicas. "El sacerdote científico más famoso es Gregor Mendel, el descubridor de las leyes de la genética. Incluso, entre aquellos que formularon la teoría del Big Bang había un sacerdote católico, el belga Georges Lemaître". 

Consolmagno cuenta, para despedirse, un detalle. Es "padre", a pesar de no ser sacerdote ni estar casado. Hay un asteroide que se descubrió en el año 2000 que lleva su nombre: "4597 Consolmagno". 

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