Las misiones españolas en el mundo entero nacieron en Burgos hace 100 años

Hace 100 años el papa Benedicto XV pidió al entonces arzobispo de Burgos, Juan Benlloch y Vivó, la creación de un seminario para sacerdotes misioneros

Por José Luis Restán Twitter

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 15:02

 

En El Espejo de la Cadena COPE hemos contado la historia de un seminario muy especial, enclavado en Burgos pero con un horizonte universal, que acaba de cumplir 100 años.

Hace 100 años el papa Benedicto XV pidió al entonces arzobispo de Burgos, Juan Benlloch y Vivó, la creación de un seminario para sacerdotes misioneros. Acababa de terminar la Primera Guerra Mundial, esa “guerra tan monstruosa”, en palabras del Papa, había mermado el número de “los pregoneros del Evangelio”, y por eso era necesario formar a “jóvenes escogidos del clero que se sintieran llamados a la evangelización”.

Aquella petición fue el germen del Seminario de Misiones Extranjeras, cuyo impulsor fue el sacerdote burgalés Gerardo Villota. Años más tarde nacería el IEME, el Instituto Español de Misiones Extranjeras, verdadero cauce misionero para los sacerdotes diocesanos españoles que en estos 100 años han seguido su vocación misionera en América y África.

Esto supuso un giro ya que se entendió que la misión ad gentes ya no era una tarea reservada a las religiosas y religiosos. La apertura a la misión de los sacerdotes diocesanos abriría también la puerta a futuros cambios de mentalidad en la Iglesia, como los sacerdotes diocesanos Fidei Donum, inspirados en la encíclica del mismo nombre de 1957. Y, tras el concilio, la apertura a la misión de cada bautizado, que recoge el lema del próximo Mes Misionero Extraordinario de octubre, convocado por el Papa Francisco: “Bautizados y enviados”.

En la actualidad el Instituto Español de Misiones Extranjeras cuenta con 128 sacerdotes que trabajan en varios países de América, África y Asia. Mantienen su carácter de sacerdotes diocesanos, por lo que no pierden el vínculo con su Iglesia española de origen, y establecen nuevas relaciones con los obispos de los lugares donde ejercen la misión. El trabajo apostólico de estos sacerdotes siempre se realiza en asociación con otros compañeros, que forman grupos de misión en los lugares donde son enviados.