"Ven y sígueme"

"Ven y sígueme"
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Mons. Gerardo Melgar Queridos diocesanos:
Una vez más, el Evangelio que proclamamos este Domingo (el vigésimo octavo del Tiempo Ordinario) nos da la oportunidad de hacer una reflexión sobre el sacerdocio y la vida religiosa, o lo que es lo mismo, sobre las vocaciones de mayor radicalidad. "Jesús, mirándolo con cariño, le dijo: una cosa te falta: vende lo que tienes, dáselo a los pobres, luego ven y sígueme. A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso porque era muy rico" (Mc 10, 21-22). Así termina la llamada de Jesús a aquel joven a una vocación más comprometida y menos fácil, y la respuesta de aquel muchacho, que se asustó por lo mucho que tenía que dejar ya que era muy rico; el joven quedó profundamente triste porque veía claramente la belleza de la llamada de Jesús aunque se dejó vencer por el apego a su vida y a sus bienes.
Ésta es una situación que se puede estar repitiendo con mucha frecuencia hoy. Jóvenes que sienten en su interior la llamada del Señor -porque Dios, jamás lo olvidemos, sigue llamando- a una vocación más radical (vocación que es realmente camino de plenitud vital) pero que se encuentran con demasiadas dificultades que superar, demasiados obstáculos que sortear para poder dar una respuesta positiva.
Entre los obstáculos principales a sortear para responder afirmativamente hay algunos de los cuales podemos ser responsables todos: la poca valoración y vivencia de la fe que existe en la sociedad que hemos creado entre todos; el vivir en una familia en la que se valora sobre todo el tener, el prestigio, la carrera con salidas y de gran rendimiento económico; el ambiente que valora sólo lo material y nada los valores espirituales; la poca estima del sacerdocio y del sacerdote que los chavales perciben en los mismos cristianos; etc.
Dios sigue llamando; entre los jóvenes actuales hay jóvenes, muchos jóvenes, estupendos, valiosos, a los cuales la fe sí les interesa y les importa; pero son chavales que se sienten acorralados para ir más allá en la llamada que pueden percibir del Señor porque les resulta muy difícil tener que sortear tantos obstáculos. Por eso, todos (sacerdotes, laicos que formáis las comunidades cristianas, padres de familia, etc.), a la hora de valorar las causas de la falta de vocaciones sacerdotales y religiosas, tenemos que ponernos a la fila de los responsables de tal situación porque tal vez estamos contribuyendo negativamente a la falta de respuesta de tantos jóvenes en una vida de mayor radicalidad y entrega. ¿Cómo contribuimos? Viviendo una fe acomodada y sin compromiso que no entusiasma a nadie; enseñando en la familia a vivir desde una excesiva valoración de lo material y una casi nula valoración de los valores espirituales; llevando, como sacerdotes o religiosos, una vida sacerdotal o religiosa sin la suficiente alegría como para animar a otros a ir por el mismo camino; siendo los primeros en tener una valoración del sacerdote y del sacerdocio poco adecuada y emitiendo siempre juicios negativos, críticas o sospechas hacia ellos continuamente.
Querido joven: Jesús sigue llamando hoy a jóvenes como tú, con cualidades y defectos como tú, pero con un corazón generoso. Lo mismo que al joven del relato evangélico de este Domingo también a ti te dice: "si quieres ser perfecto, no te fijes en lo negativo que ves a tu alrededor, no te dejes llevar de los valores del mundo, pasa por encima de todo eso, ven y sígueme". No te vayas frunciendo el ceño y triste como aquel joven; é generoso y dile al Señor: "Aquí estoy, cuenta conmigo".
+Gerardo Melgar
Obispo de Osma-Soria