Rogar por los vivos y los difuntos. ¿Para qué sirve orar?

Rogar por los vivos y los difuntos. ¿Para qué sirve orar?

Agencia SIC

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Mons. Francesc Pardo i Artigas Jesús nos habla de la necesidad de la plegaria insistente y continuada.

La pregunta que nos formulamos o que nos formulan es: ¿Para qué orar? ¿De qué sirve? ¿Qué soluciona?

Si tenemos presentes nuestros problemas personales, los de cada cual y de cada día; si nos fijamos en las necesidades y urgencias de nuestro mundo que demandan decisiones, ponerse a trabajar y buscar soluciones, ¿no es perder el tiempo el hecho de orar? Algunos incluso piensan que es una forma de evasión de la realidad y de nuestras responsabilidades.

¿Por qué Jesús insiste tanto en la necesidad de la plegaria?

Nosotros mismos, cristianos, cuando se nos habla de amar, de ser justos, de hacer el bien, de compartir? lo entendemos, aunque con frecuencia no lo practiquemos. Pero, orar, ¿qué arregla?

Además, nos queda la duda de si Dios escucha y da respuesta a la plegaria. Aparentemente, y digo aparentemente, después de orar parece que todo sigue igual. ¿Cómo entender que Dios escucha y responde la plegaria? Y bien que hemos pedido a Dios que ponga remedio a los sufrimientos, los males, los odios, y las guerras.

Crisis de plegaria, y puede que crisis profunda de fe, de confianza, pero la crisis puede ser una buena ocasión para redescubrir su sentido.

Todas estas preocupaciones y dificultades al entorno de la plegaria no solo son nuestras. Lo eran ya para los primeros cristianos, para aquellas iglesias a las que los evangelistas dirigían el evangelio, y san Pablo y otros, sus cartas.

¿Para qué orar sin desanimarnos? ¡Para mantenernos en la fe!

Porque Dios sí que responde, pero con su estilo, a su manera.

Porque su respuesta, que es su amor, misericordia, perdón, paz? ya arraiga y crece en lo profundo de nuestro ser.

Hemos de orar, porque Dios cuenta para nosotros, porque necesitamos abrir nuestra vida, toda la vida, a su amor; para que su amor sea experimentado por nosotros cada día de forma renovada.

Hemos de orar para no desanimarnos cuando vivimos en propia carne momentos difíciles, y pensamos que todo es un desastre. Es entonces cuando es necesario mantener la esperanza en el amor de Dios que nunca nos abandona.

Hemos de orar para poder comenzar a experimentar ahora y aquí la salvación que un día esperamos vivir en plenitud; para que el Señor nos anticipe una muestra.

Hemos de orar para poder mirar la vida y las personas desde la perspectiva de Dios, y no solo desde los juicios humanos. Hemos de orar para saber descubrir que la bondad, la verdad, el bien, la fortaleza, manifestación de la bondad de Dios, están presentes en la vida, incluso en los hechos y situaciones difíciles.

Hemos de orar para sentirnos en compañía de Dios.

Hemos de orar para hablar a Dios de nosotros y de los demás, y para hablar a los otros de Dios.

La plegaria es comunicación. Sobre todo que la primera actitud sea la de escucharlo. Y no olvidemos nunca que la gran plegaria cristiana es la Eucaristía.

+ Francesc Pardo i Artigas

Obispo de Girona

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