El incienso

El incienso

Agencia SIC

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Mons. Juan José Omella El incienso (del latín "incénsum", verbo latino "incéndere", encender) es una goma de resina que produce un agradable aroma al arder y que se quema en las ceremonias religiosas . Las religiones utilizan frecuentemente el incienso que da a los lugares santos un ambiente particular y, a la vez, acogedor.

En el Antiguo Testamento Dios prescribe a Moisés que le ofrezca incienso dos veces al día delante del santuario . El humo del incienso, que lo envuelve todo y sube a lo alto, es el símbolo de la oración que sube hasta Dios: "Que mi oración, Señor, suba hasta Ti como el incienso en tu presencia" .

En el Nuevo Testamento se nos narra cómo Zacarías, en el momento de la ofrenda de la tarde, que se hacía con incienso, recibe el anuncio, por parte del ángel Gabriel, del nacimiento de su hijo Juan el Bautista . Y en el libro del Apocalipsis se evoca la liturgia del cielo: "Vino otro ángel y se puso de pie junto al altar con un incensario de oro, y le fueron dados muchos perfumes, para que los añadiese a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que está delante del trono. Y subió el humo de los perfumes con las oraciones de los santos de mano del ángel a la presencia de Dios" .

El incienso es, pues, un homenaje de adoración que le damos a Dios, como el que le rindieron los Magos al Niño Dios: le ofrecieron incienso porque era Dios, oro, porque era Rey, y mirra, porque era hombre (prefigurando ya la sepultura) .

Se inciensa a Dios y a todo aquello que le pertenece: la cruz, el altar, el Evangeliario, el pan y el vino de la Eucaristía, los celebrantes de la Eucaristía y a todo el pueblo de creyentes, incluso a los difuntos el día de su entierro evocando que han sido templos del Espíritu Santo.

Ojalá que la utilización del incienso no nos suene a extraño o a rancio. Es un precioso simbolismo que nos recuerda que Dios existe y nos envuelve con su amor; que la oración hecha con toda confianza llega hasta Dios de la misma manera que sube el incienso hacia arriba. Y nos recuerda también que somos todos portadores de Dios y, por lo tanto, que debemos respetarnos los unos a los otros porque nuestra dignidad está elevada a la enésima potencia al llevar a Dios dentro de nosotros mismos. ¡Qué gran misterio del que no siempre somos conscientes!

Ahora proliferan mucho las barritas de incienso traídas de los países orientales. Se venden en los mercadillos y en tiendas con productos orientales. En muchas casas se utilizan para ambientar, para crear clima de acogida y de fiesta. ¿Por qué extrañarnos de que se utilice el incienso en la liturgia con todas esas significaciones que acabo de exponer? Ayudemos a que se entiendan los símbolos religiosos a través de una buena pedagogía.

Con mi afecto y oración,

+ Juan José Omella Omella

Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño

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