Carta del obispo de León: «Junto a los ríos de la alegría»

Luis Ángel de las Heras, ante el nuevo curso pastoral, pide mantener el talante sinodal y responder a los desafíos misioneros que se presentan

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Después de un tiempo con marcado carácter sinodal, en el que los miembros de la Iglesia hemos tomado mayor conciencia de nuestra corresponsabilidad bautismal y, por tanto, de la necesidad del compromiso de todos —laicos, consagrados y clérigos—, emprendemos un nuevo curso en el que deberemos continuar la tarea iniciada, mantener el talante sinodal y responder a los desafíos misioneros que se nos presentan.

Desde una de las perspectivas de la sinodalidad, tengo en mi ánimo dirigirme en esta carta no sólo a los clérigos, a las personas consagradas y a los fieles laicos: querría extender mi mensaje a todos los hombres y mujeres de buena voluntad con quienes peregrinamos en las tierras de la diócesis de León, para compartir nuestras preocupaciones y esperanzas con todos y, como ya hicimos en la fase diocesana del sínodo, manifestar nuestra disposición a escuchar a quienes quieran decir alguna palabra a la Iglesia particular de León y entablar así un diálogo constructivo.

Un buen modo de continuar el camino consiste en levantar la esperanza como insignia para poder dar razón de ella (cf. 1Pe 3,15) y seguir testimoniando la alegría que brota del encuentro con Jesucristo (cf. EG 1). Lo hacemos dejándonos iluminar por la Palabra de Dios, preñada de esa esperanza inquebrantable que es Cristo, escogiendo los primeros versos del salmo 137. A través de ellos se nos recuerda que, en medio de las vicisitudes del momento histórico que atravesamos, finalmente Dios nos brinda su agua cristalina para que cantemos sin cesar junto a los ríos de la alegría.


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