El grano de mostaza
El grano de mostaza
Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Mons. José Manuel Lorca Planes Las imágenes que nos ofrece la Palabra de Dios en este domingo son muy significativas. Tanto en la primera lectura, como en el Evangelio se nos habla de crecimiento, sobre la extensión sin límites del Reino de Dios. Pero es importante ver cómo es Dios, reconocerle como el protagonista de esta historia de salvación, el que da el crecimiento, el que ofrece al hombre un futuro diferente y nuevo. Sin duda que estas lecturas tienen un fuerte matiz mesiánico y desde el A. T. Se apunta a reconocer a Cristo. La conclusión es evidente: No es el hombre el que hace crecer y el que edifica, sino Dios. El Señor está actuando en nuestra vida y en nuestra historia de una manera muy eficaz, aunque se oigan voces que digan lo contrario. La conclusión que sacamos de la lectura de esta Palabra es que hemos de aprender a escuchar a Dios, a escuchar su Palabra y a permitir que entre a lo hondo de nuestro ser, para que crezca en nosotros en un clima de paciencia y humildad y de fruto.
Fijaos en la segunda parábola que presenta el Evangelio, la de la semilla de mostaza. En esta imagen se presenta la desproporción entre la semilla y el desarrollo que alcanza luego. El Reino tiene una apariencia y unos principios humildes, pero su desarrollo es sorprendente. Esto nos da pie a entender que es cosa de Dios, no nuestra. Si fuera algo humano no sería humilde, seguro. Por tanto, debemos ver la mano de Dios en nuestra vida y Él no actúa para ser visto, sino de noche, sin que sepamos cómo; tenemos que caminar sin verlo, guiados por la fe.
Me hago eco de las palabras de Benedicto XVI en las palabras de convocatoria al Año de la fe: "No podemos dejar que la sal se vuelva sosa y la luz permanezca oculta (cf. Mt 5, 13-16). Como la samaritana, también el hombre actual puede sentir de nuevo la necesidad de acercarse al pozo para escuchar a Jesús, que invita a creer en él y a extraer el agua viva que mana de su fuente. Os propongo abrir los ojos y espabilar los oídos con la invitación a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador del mundo.
+José Manuel Lorca Planes
Obispo de Cartagena