¡Feliz Domingo de Resurrección!
¡Feliz Domingo de Resurrección!
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Mons. Gerardo Melgar Queridos diocesanos:
¡Cristo ha resucitado! ¡Aleluya! Alegrémonos porque lo que parecía una derrota ha resultado una victoria; Cristo sale vencedor de la muerte. Y no sólo vence la muerte para Él sino para todos nosotros. En la vida del ser humano la muerte ya no tiene la última palabra pues la última palabra la tiene la Vida de Cristo resucitado, que ha vencido definitivamente a la muerte y al pecado, y nos ha hecho partícipes a todos de su victoria.
Hoy es un día de alegría especial para nosotros. La tristeza del Viernes Santo, que hemos vivido con verdadera intensidad, se ha tornado alegría por la resurrección de Cristo; de este modo, somos llamados a vivir desde esta misma alegría: alegría por el triunfo de nuestro Salvador y alegría porque también nosotros hemos triunfado, hemos vencido y resucitaremos con Él. La liturgia de la Noche Pascual ha sido una invitación constante a la alegría a toda la creación y, especialmente, al ser humano, destinado a vivir una vida nueva y a poseer un día la Vida eterna. ¡Exulten los coros de los ángeles y todas las criaturas del Cielo! ¡Exulten la tierra y todos los seres de la creación! ¡Cristo ha resucitado y en su resurrección hemos resucitado todos! Esta pasada noche hemos cantado, en el Pregón pascual, que la muerte ya no domina en nosotros porque Cristo la ha vencido definitivamente y nos ha hecho partícipes a todos y cada uno de nosotros de su victoria.
La resurrección de Cristo pide de nosotros, seguidores suyos, que vivamos este impresionante acontecimiento con unas actitudes concretas: En primer lugar, que lo vivamos como el hecho que inunda toda nuestra vida de alegría, que da sentido a nuestro seguimiento de Jesús como discípulos suyos: nuestro seguimiento tiene sentido porque Cristo resucitado vive entre nosotros, nos sostiene, y obra en todos y cada uno de los que le seguimos. En segundo lugar, a partir de su resurrección, se nos pide que vivamos nuestra vida como verdaderos resucitados, desde una vida nueva: una vida no de pecado sino de gracia, no de tinieblas sino de luz. Finalmente, que siguiendo a los testigos de la resurrección, nos lancemos a proclamar la victoria de Cristo a pleno pulmón, sin miedos de nada ni a nadie, convirtiéndonos en testigos intrépidos de Cristo: "Sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros" (Hch 4, 10)
El Señor nos ha encargado a cada uno de sus seguidores que seamos sus testigos para los hombres y mujeres de nuestro tiempo. En un mundo sin Dios, alérgico a lo que se refiere a Dios y a la fe, en medio de un ambiente laicista, somos enviados a ser testigos de su presencia. En un mundo sin esperanza, desde nuestra fe en la resurrección de Cristo, seamos testigos de la esperanza en la otra vida, plena y feliz. En un mundo de muerte, de terrorismo, de violencia, de mirar sólo el aquí y el ahora, seamos testigos de la vida defendiéndola aquí en la tierra y esperando con fe la posesión de la vida futura en la que ya no es posible ni el dolor ni la muerte.
Cuando hoy nos digamos ¡Felices Pascuas! expresémonos el deseo de que realmente resucitemos a una vida nueva siendo testigos ante el mundo de la resurrección de Cristo, viviendo como verdaderos resucitados a la fe, al amor y a la esperanza. ¡Feliz Pascua de Resurrección para todos!
Vuestro Obispo,
+ Gerardo Melgar
Obispo de Osma-Soria