DOMUND, la alegría cristiana en las misiones
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Mons. Salvador Giménez Durante las últimas semanas nos ha impactado mucho una noticia que provenía de los países de África occidental: por la enfermedad producida por el virus Ébola centenares de personas morían, se buscaba de forma desesperada una vacuna y se extendía la alarma y el temor por un posible contagio en el resto del mundo.
En medio de esta enorme desgracia que se centraba en los pueblos más pobres del planeta, el mundo quedaba impresionado por la vida y la actuación de los misioneros que se entregaban hasta la extenuación y la misma muerte por servir a sus hermanos.
Han ayudado a levantar dispensarios y hospitales, han montado quirófanos y carpas móviles de atención sanitaria por todas partes, han creado estructuras para que el personal sanitario del mundo desarrollado dedique parte de su tiempo a la atención voluntaria y gratuita a los más pobres y necesitados.
Muchos misioneros infectados por mil enfermedades y, curados en sus hospitales de origen, no han dudado en regresar a sus puestos de misión para continuar acompañando a otros enfermos. Y esto por amor y mandato de Jesucristo y por amor a los hermanos. Y no como un servicio pasajero sino como dedicación plena y permanente.
Y nosotros, desde Menorca, unidos a las restantes diócesis de la Iglesia nos sentimos una familia que reza al mismo Padre compartiendo la fiesta del Domund y colaborando con las necesidades
de las comunidades más pobres.
El contenido del mensaje del Papa a todos los cristianos con motivo de esta fiesta tiene como centro la alegría.
Los responsables españoles de las Obras Misionales Pontificias le han puesto un sugerente título, Renace la alegría. Seguro que os recuerda su última Exhortación Apostólica y sus continuas reiteraciones durante los últimos meses a vivir la alegría cristiana.
También os evocará el rostro alegre de tantos niños y adultos que muestran su propia alegría, a pesar de las carencias materiales, en las fotografías enviadas por los misioneros. Del mismo modo muestran con facilidad esta actitud los 13.000 españoles que sirven al Evangelio en tierras lejanas.
Estas líneas no pretenden acentuar las contradicciones entre lo primero (la enfermedad y la muerte) y lo segundo (la alegría y la vida) sino animar a que seamos capaces de vivir y anunciar el evangelio con la alegría y la felicidad que da el encuentro con el Señor. No podemos quedarnos con el impacto de las noticias que golpean momentáneamente nuestras conciencias.
Queremos seguir con normalidad misionera la vida cristiana de nuestras comunidades parroquiales durante el resto del año con el mismo brío como el que celebramos la fiesta del Domund. No voy a resumir aquí el mensaje del Papa, quiero que lo leáis.
Es corto, sencillo y llega al corazón de todo cristiano.
Un último ruego: sed solidarios con los cristianos que viven en las llamadas misiones. Las colectas y todas las iniciativas recaudatorias les beneficiarán en abundancia. También aumentad vuestras oraciones por todos ellos, sobre todo por los perseguidos en distintas partes del mundo.
+ Salvador Giménez Valls
Obispo de Menorca