Creador del cielo y de la tierra
Creador del cielo y de la tierra
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Mons. Jeús García Burillo El Credo reconoce a Dios Padre como "Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible". Hoy explicamos en qué consiste la acción creadora de Dios.
La primera consecuencia de la fe en la creación la encontramos en el Génesis. Allí se repite como un estribillo: "vio Dios que [lo que había hecho] era bueno" (Gn 1,10.12.18.21.25). El mundo es bello, un regalo precioso, algo en lo que el Señor se recrea. Antiguamente los paganos temían las fuerzas de la naturaleza. En su mitologíalas divinizaban y buscaban su favor para no ser atormentados por ellas. Incluso hoy, apesar del dominio de la ciencia, algunas personas viven asustadas ante los fenómenos naturales. Se aterran por las consecuencias de un meteorito o por una posible epidemia mundial; por eso son temas continuos en los medios de comunicación. Incluso el temora la naturaleza se percibe en la dificultad con que muchas personas aceptan su propiocuerpo. Con los avances de la medicina estética, muchos reconstruyen una imagenartificial de sí mismos, como si la belleza no estuviera ya en ellos y hubiera de serlesimplantada desde fuera. Esa huida del mundo se da también cuando nos refugiamos enlas realidades artificiales que nos proponen la televisión o internet. Creer que la naturaleza viene de Dios significa reconocer que es hermosa, que podemos recrearnosen ella y que es sabio acoger con alegría las cosas sencillas que el Señor nos regala:disfrutar de las flores, soñar con un cielo estrellado, gozar con la brisa fresca de lamontaña, recrearse con cada amanecer y agradecer cada puesta de sol.
Dios pone su obra en manos del hombre para que la cuide (cf. Gn 1, 26s). La mentalidad consumista nos lleva a abusar irresponsablemente de los recursos naturales.Ser cristiano implica ser libre para usar de lo necesario, pero también austero parasalvaguardar el orden de la creación. Creer en Dios significa aceptar que es el bien del hombre, y no el placer o las ganancias, el criterio último de relación con la realidad.
La fe en la creación no atañe sólo a la acción de Dios al inicio del mundo,cuando llama las cosas de la nada al ser. Supone además que todo está siendo sostenido por el Creador y que su mano misteriosa guía el universo hasta su destino final. Lo garantizan pasajes bíblicos muy hermosos. Por ejemplo, el Salterio: "abres tu mano y sesacian de bienes; escondes tu rostro, y se espantan; les retiras el aliento y expiran yvuelven a ser polvo" (Sal 104, 28-29). Y el libro de la Sabiduría (1,7): "El Espíritu del Señor llena la tierra, y como da consistencia al universo no ignora ningún sonido".Quiere decir que la realidad nos remite a Aquél que la sustenta. Las cosas no son Dios,eso sería panteísmo; pero no se entienden sin Dios. Por eso, cuando una inteligencia ina, un corazón bueno y un espíritu sensible contemplan el mundo, aunque vengan deun ateo, éste llega a intuirque ha de haber Alguien que con su sabiduría, su poder y su amor infinitos ponga orden en la maravillosa armonía de cuanto existe. "Pues lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, son perceptibles para la inteligencia apartir de la creación del mundo, a través de sus obras" (Rm 1, 20).
La experiencia de que Dios guía la historia era la convicción principal del pueblo judío. De hecho, algunos piensan que si Israel comprendió que el Señor había creado todo de la nada era precisamente porque Dios conducía todo hacia una meta previamente establecida. Si Él guiaba el universo y fijaba su destino, necesariamente había estado en su comienzo. Sea como fuere, lo que importa es que en el cristianismono caben los agoreros que piensan que todo es malo y que el mundo terminará en un desastre. A pesar de que haya experiencias trágicas, Dios es el Señor del tiempo y de la historia, y sabrá llevarnos a buen término. Él escribe siempre recto, aunque sus renglones nos puedan parecer torcidos.
Con esto no invitamos a una contemplación ingenua de la naturaleza o de la historia. Es cierto que existe el mal, y que a veces toca la realidad de tal forma queparece eclipsarse la belleza del mundo y la mano providente del Creador. Por eso es consoladora la perspectiva cristiana. Para nosotros la creación no termina el séptimo día, con el descanso de Dios. Termina en el octavo día, cuando Cristo resucita de entrelos muertos e introduce la corporalidad que había asumido plenamente en la gloria de sudivinidad. El destino del mundo va más allá del propio mundo: llega a Dios, alcanza asu Creador. Este es el mensaje liberador de la fe en la creación. Los cristianos disfrutamos de la belleza del mundo, sabiendo que sólo es un anticipo de las realidades eternas que, en Cristo, se nos darán.
¡Feliz domingo para todos!
+Jesús García Burillo
Obispo de Ávila