Carta pastoral de Mons. Gerardo Melgar: La familia, quehacer y compromiso de todos

Carta pastoral de Mons. Gerardo Melgar: La familia, quehacer y compromiso de todos

Agencia SIC

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Estamos en el mes de sep­tiembre y, por lo mismo, el mes en el que comenza­mos un curso nuevo pas­toral, centrado en un tema muy concreto en el que tenemos que comprometernos todos: el acompa­ñamiento de la familia en todas sus etapas por las que atraviesa a lo largo de la vida.

Tal vez otros cursos hemos esta­do más indiferentes con el tema de la familia y no nos hemos dado por alu­didos en el tema de la familia. Es un tema que nos afecta a todos y es a to­dos a quienes este curso se nos hace una llamada a interesarnos y com­prometernos en dicho acompaña­miento, de tal manera que así pueda cumplir la gran misión que la familia tiene, tanto a nivel humano como a nivel cristiano y creyente.

El acompañamiento a la familia en todas sus etapas y momentos por los que pasa a través de la vida es algo que debe interesar, y mucho, a los sacerdotes. Los sacerdotes deben ser los animadores de quienes acom­pañan a los miembros de la familia en sus distintos momentos, para que cada uno de estos miembros, en las distintas etapas, crezca y madure como persona y como cristiano.

La implicación del sacerdote, tan­to en lo que se refiere a la madurez humana como cristiana de los miem­bros de cada familia es necesaria, pero no es suficiente. El sacerdote no puede llegar a todo ni a todos. Para lograr esa doble maduración es ne­cesaria la implicación de cada fami­lia, cada uno de sus miembros debe plantearse cómo puede colaborar y lo que puede hacer para ayudar a los demás miembros a lograrla.

Especial implicación deben tener el matrimonio, como matrimonio y como padres, en ese acompañamien­to a todos y cada uno de los miem­bros de la propia familia.

Desde la programación diocesa­na, ofrecemos un itinerario de forma­ción y capacitación de los agentes de este acompañamiento a la familia, iti­nerario que llevará a la capacitación personal para la evangelización de la familia: la propia y la de los demás.

Tarea del sacerdote será buscar familias, matrimonios, sobre todo, que estén dispuestos a prepararse para ser agentes de acompañamien­to en alguna de las muchas etapas en las que hay que acompañar a toda la familia. Es el sacerdote quien debe buscar, ofrecer y comunicar a esos matrimonios, futuros agentes de evangelización, para que se formen y puedan ser buenos agentes de evan­gelización de la misma.

La pastoral familiar que propo­nemos, para hacerla realidad desde la diócesis, las parro­quias y unidades pastorales, es la que se aparece en el espíritu que aparece en el Año de la Familia Amoris laeti­tia. Se convierte por una parte en la evangelización de jóvenes, novios, matrimonios jóvenes y maduros y, por otra, este acompañamiento ge­neral pide la implicación de todos en la evangelización de la familia: sacer­dotes, como animadores de la pas­toral familiar, o lo que es lo mismo, como formadores de los formadores.

Lógicamente, esta preparación para acompañar a toda la familia en todas las etapas, no es cuestión solo de un curso, se trata más bien de un "proceso", de un "proyecto" a cuya puesta en marcha nos impulsa la ce­lebración este curso del Año de la Familia Amoris Laetitia, pero que será un proceso que hemos de hacer reali­dad a lo largo de muchos años.

Hemos de animarnos y, sobre todo, hemos de estar dispuestos a ofrecer nuestro tiempo, nuestro sa­ber, y nuestro compromiso al servi­cio de la pastoral familiar, del acom­pañamiento a todos los miembros de la familia en las distintas etapas por la que atraviesa la familia. El modo ya le iremos viendo a lo largo del curso.

+ Gerardo Melgar Viciosa

Obispo Prior de Ciudad Real