Carta del obispo de Solsona: «¡Gracias!»

Francisco Conesa se despide de los fieles de la diócesis de Menorca en su carta pastoral de esta semana

franciscoconesaferrer

Redacción digital

Madrid - Publicado el

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Estimados fieles de Menorca:

Cuando leáis este mensaje ya habré empezado mi ministerio como pastor de la Iglesia de Solsona. Deseo que este último escrito sea de gratitud. Sobre todo quiero dar gracias a Dios, porque me concedió el privilegio de ser vuestro obispo durante cinco años. Fiado en su palabra, abandoné mi Elche natal para venir a Menorca. Lo hice cargado de miedos, porque era muy consciente de mis limitaciones, pero entre vosotros encontré una acogida cordial, una gran paciencia y un buen espíritu de colaboración. Para mí será un recuerdo imborrable la ordenación episcopal, recibida el 7 de enero de 2017 en la Iglesia Catedral. Fue un día de gozo inmenso, donde sentí la fuerza del Espíritu de Dios, que me transformaba para convertirme en su pastor. Así, con su ayuda y con la fuerza del Espíritu recibido en la ordenación, afronté los años de ministerio entre vosotros.

Debo daros las gracias también a todos vosotros. Debo empezar por los sacerdotes, porque unidos a mí hemos formado un solo presbiterio. Agradezco el trabajo, la colaboración y su testimonio. Me he sentido cerca de cada uno de ellos y he sentido también su cariño y afecto. Valoro mucho el trabajo de los diáconos permanentes, que son un gran don para la Iglesia de Menorca. Ellos contribuyen desde su vocación y misión particular a la vida de nuestra Iglesia. Las dimensiones de nuestra Diócesis me han permitido un trato cordial y estrecho con los religiosos. Son una riqueza los tres monasterios de vida contemplativa que tiene Menorca, así como el trabajo desinteresado que realizan los religiosos y religiosas en las escuelas, ayudando a las parroquias, en la acción social y en toda la obra evangelizadora. Un lugar especial ocupa el laicado, en cuyas manos está el futuro de la evangelización. De modo particular quiero dar las gracias a todos los laicos que aceptaron colaborar en la pastoral diocesana poniéndose al frente de un secretariado diocesano o formando parte de los distintos consejos y organismos de la Diócesis. Valor muchísimo su generosidad y el tiempo que dedican a la Diócesis. También tengo presentes a los laicos que trabajan en los movimientos apostólicos, a las asociaciones de apostolado y al mundo de las cofradías y hermandades. El laicado asociado es una riqueza y hace un gran bien en nuestra Iglesia; por eso creo que vale la pena alentarlo e impulsarlo.

Con San Pablo puedo decir: cuando ruego por vosotros lo hago lleno de alegría y gratitud, pensando en todo lo que habéis contribuido a la causa del Evangelio. “Dios es testigo de cómo os añoro, a todos vosotros, por el amor entrañable que os tiene Jesucristo” (Fil 1, 8). Con mi marcha dejo pendientes algunos proyectos, ilusiones y esperanzas. Los pongo todos en manos de Dios, confiando en que Él os ayudará a llevar a cabo aquellos que sean convenientes para nuestra Iglesia. Con Pablo puedo decir: "Estoy seguro de una cosa: Dios, que ha comenzado un buen trabajo en vosotros, acabará de llevarlo a cabo hasta el día de Jesucristo" (Fil 1,6)

+ Francisco Conesa Ferrer

Obispo de Solsona