Agradecer mi historia de misericordia
Agradecer mi historia de misericordia
Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Mons. Mario Iceta Queridos hermanos y hermanas.
1. El inicio del mes de marzo coincide con el comienzo del tiempo de Cuaresma. Es un tiempo en el que la Iglesia nos propone acoger y gustar la misericordia que Dios cada día nos ofrece y que se hace más apremiante en este tiempo de gracia.
on muchos los pasajes bíblicos donde se nos describe el modo tan admirable en que el Señor nos ofrece el don de su misericordia. Viene a mi memoria en este momento la escena de los diez leprosos (Lc 17, 11-19). Cuando la medito, más allá de tantos detalles conmovedores, me interpela la ingratitud de nueve de ellos. Sólo uno volvió a agradecer el don recibido. Y Jesús se duele del olvido de los otros nueve: "¿No han quedado limpios los diez?, los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero? (Lc 17, 17-18). 2. Es el extranjero quien ha vuelto a dar gracias. Quizás los otros nueve pensaban que tenían derecho, que se merecían la curación. No advirtieron que se trataba de algo gratuito, inmerecido, de un verdadero don. Y me pregunto si muchas veces nosotros vivimos en esta "presunción de merecer" lo que Dios gratuitamente nos da. Si no somos en ocasiones desagradecidos, inconscientes ante tantos dones como recibimos y, como niños caprichosos, no los estimamos en su inmenso valor. Un año más se nos ofrece el don de la misericordia y el perdón en este tiempo de Cuaresma. ¿Con qué actitud recibimos esta gracia? Qué importante en la vida es agradecer a Dios y a tantas personas que nos hacen bien y nos ayudan en nuestro camino. Aprendamos del leproso extranjero a reconocer que Dios nos hace grandes misericordias y que tantas personas que acompañan nuestra existencia son rostros de misericordia que merecen nuestro reconocimiento y gratitud. 3. El tiempo de Cuaresma es tiempo de misericordia y reconciliación. Hace ya varios años que celebramos el primer sábado de Cuaresma una jornada de paz y reconciliación. A este respecto, quisiera traer a la memoria otro pasaje conocido de la Escritura: el de la curación del paralítico (Mc 2, 1-12). Es curioso que quien presenta a Jesús al paralítico son los amigos. Es la fe de los otros quien pone a esta persona ante la misericordia del Señor. Y Jesús restaura mediante el perdón la relación con Dios y con los demás. "Levántate", no continúes en la postración; retoma la iniciativa, la libertad en tu vida, la relación fraterna con el prójimo. Y, además, "toma tu camilla y vete a tu casa". El detalle de tomar la camilla no es algo periférico, como si se tratase de llevarla al Garbigune para su reciclaje. Esa camilla donde has estado postrado servirá para que en ella lleves a otros paralíticos ante la presencia del Señor. Cuando hemos experimentado la misericordia de Dios, somos también nosotros enviados a reconciliar, a dar gratis lo que gratis hemos recibido, que es el amor de Dios. Así se expresa San Pablo: "Todo procede de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y nos encargó el ministerio de la reconciliación" (2Co 5, 18). 4. Este mes también celebraremos la fiesta de San José. En ella tendrá lugar la jornada de las Misiones diocesanas. El lema de este año es "El mundo, una familia. Hauek dira nire anai-arrebak". La familia es uno de los sujetos principales de nuestro Plan Diocesano de Evangelización, siguiendo las indicaciones de las exhortaciones Evangelii Gaudium y Amoris Laetitia del Papa Francisco. Un mundo que tiende a la globalización, no puede quedar reducido a la globalización de la indiferencia o a la mera globalización económica que no esté centrada en la persona humana y en la familia como lugar social por antonomasia. Es por ello que necesitamos "familiarizar el mundo", hacerlo realmente fraterno. En una familia nadie queda excluido. Más bien al contrario, quien más carencias tiene recibe con especial cuidado aquello que necesita para llevar una vida digna y plena. 5. Así mismo, el gesto diocesano de solidaridad que también celebraremos el último día de este mes, tiene a la familia como referencia fundamental, en con el compromiso de hacer de este mundo una familia de familias, un hogar fraterno para todos los pueblos, naciones, razas y culturas. 6. En esta consideración de que en la familia nadie queda excluido, la Jornada por la vida que celebraremos en la fiesta de la Encarnación del Señor, quiere centrarse en la atención que debemos prestar a las personas con discapacidades severas o aquellos enfermos que están viviendo los últimos compases de su vida en la tierra. Como afirma el Papa Francisco: "El modo en que afrontamos el sufrimiento y la limitación es el criterio de nuestra libertad de dar sentido a las experiencias de la vida, aun cuando nos parezcan absurdas e inmerecidas. No nos dejemos turbar, por tanto, de estás tribulaciones (cf. 1 Tm 3,3). Sepamos que en la debilidad podemos ser fuertes (cf. 2 o 12,10)". (Homilía 12 junio 2016) Os deseo un santo y fructífero tiempo de Cuaresma, en la experiencia de la misericordia de Dios y en nuestra respuesta sincera de conversión. Con gran afecto. + Mario Iceta Gabicagogeascoa Obispo de Bilbao