Este domingo es el día de la Inmaculada Concepción: ¿Qué se celebra y cómo surgió esta festividad?

Se celebra es que la Virgen fue concebida sin pecado

Redacción Religión

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Este domingo se celebra el Día de la Inmaculada Concepción, una festividad especial para la Iglesia, el momento en el que el Ángel Gabriel se aparece a la Virgen María y le pregunta si está dispuesta a ser la madre del Salvador, a lo que la Virgen contestó: “Hágase en mi según tu palabra. Yo soy la esclava del Señor”.

Lo que se celebra es que la Virgen fue concebida sin pecado. Sus padres, que según la tradición se llamaban Joaquín y Ana, la concibieron sin pecado, a diferencia del resto, que en el momento de nuestro nacimiento caemos en el pecado original hasta que se produce el Bautismo.

La Virgen ni siquiera tuvo ese primer pecado por el don de su hijo, Jesucristo, que cuando aceptó el venir a la tierra para liberar a los hombres del pecado y de la muerte, pudo elegir a su madre, y eligió a la que mejor podía cumplir esa misión y la preservó del pecado original.

La Virgen de la Inmaculada, patrona de España

La Iglesia declaró el dogma de la Inmaculada Concepción en el año 1854. Fue bajo el pontificado de Pío IX qué firmó la bula Ineffabilis Deus. Años más tarde, en 1708, por orden del Papa Clemente XI se declaró “fiesta de guardar”. 

Bien es cierto que, desde la Edad Media, ya se había defendido la figura de la Virgen. Por ejemplo, el monarca visigodo Wamba está reconocido en el XI Concilio de Toledo (año 675) con el título de “Defensor de la Purísima Concepción de María”. Además, el rey Carlos III creó una orden religiosa dedicada a esta Virgen. Tal era su devoción que la declaró patrona de todos los territorios españoles y de todas sus posesiones.

Fue el milagro de la Batalla de Empel la que da fecha al día de la Inmaculada

Corría el año 1585. El ejército español estaba inmerso en la Guerra de los Ochenta Años en Flandes. Una batalla en la que estaban enfrentados lo que hoy conocemos como los Países Bajos y el Imperio español bajo el reinado de Felipe II.

Un tercio de la armada española -concretamente el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla- formado por unos 5.000 hombres, combatían en la isla de Bommel, en el monte de Empel. Hacía frío, la lucha había sido encarnizada y los españoles prácticamente hundidos, esperaban bajo el frío del norte de Europa.

Para terminar con la batalla definitivamente, los holandeses lograron acorralar al tercio entre los ríos que rodeaban la isla, para poder atacarles con su poderosa flota y acabar con las huestes españolas. Los nuestros quedaron a merced de un enemigo superior e incapaz de defenderse ante esta estratagema holandesa. 

Pero... ¿Qué sucedió aquella noche? Era 7 de diciembre. Uno de los soldados del ejército español, mientras cavaba una trinchera, impotente ante la inminente derrota, se encontró una imagen de la Virgen. Una tabla flamenca de la Inmaculada Concepción de María. La gran noticia corrió por todo el campamento como la pólvora y el tercio lo interpretó como una señal divina. Así que, sin pensarlo, improvisaron un altar a la Virgen para rezar toda la noche. A la mañana siguiente, el día del ataque flamenco, ocurrió el milagro: el agua de los ríos que les rodeaban se había congelado.

Gracias al hielo, el tercio español pudo escapar del cerco y sorprender a los holandeses con un contraataque impecable. Y aunque pareciera totalmente imposible, los españoles vencieron en Flandes una batalla que parecía totalmente perdida.

El almirante Holak, lider holandés, derrotado y estupefacto, dejó unas palabras para la historia: "Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro". 

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