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La Santísima Trinidad y el Corpus Christi, dos misterios de la vida cristiana centrales para nuestra fe

El periodista y sacerdote Josetxo Vera reflexiona en 'Siempre Aprendiendo' sobre la celebración de dos misterios de la fe de la Iglesia que celebramos esta semana

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Josetxo Vera
Twitter Josetxo Vera

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 13:54

Después del tiempo de la Pascua la Iglesia nos invita a celebrar algunas fiestas importantes, la celebración de dos misterios de la vida cristiana: el Misterio de la Santísima Trinidad y el Misterio del Corpus Christi. Estos misterios son descritos, pero no son desvelados.

Terminaba la Misa el pasado domingo, el Día de la Trinidad, en mi parroquia y después de sesudas explicaciones sobre este misterio le pregunté al monaguillo: “¿De qué misterio hemos hablado hoy?” y me contesta: “De los misterios luminosos”. Había hablado de la Trinidad, pero no había conseguido explicarme bien y así para resarcirme me pongo a ello en este Siempre Aprendiendo.

Lo primero que tenemos que hacer es preguntamos qué es un misterio y qué entiende la iglesia por un misterio. La primera explicación es la de aquello que permanece oculto y que no nos ofrecen las claves para entenderlo del todo. Una segunda explicación es la que ha dado mi monaguillo que hablaba de los misterios luminosos. Algunos de los misterios por ejemplo se contemplan en el Rosario y se utiliza la palabra misterio para acontecimientos de la vida de Jesús que tienen valor en el presente y que nos sirven a nosotros.

Los misterios que vamos a hablar tienen un sentido más profundo. Durante 50 días hemos celebrado el tiempo de la Pascua, la conmemoración del Misterio Pascual y aquí ya hemos usado la palabra misterio. Lo hacemos en el sentido de acontecimientos de la vida de Jesús que tiene relevancia y sentido para nosotros. Sin embargo, en griego se utiliza la expresión 'mystérion' que nos habla de aquello que espera ser relevado o interpretado, aquello que no se puede conocer hasta que Dios mismo lo revela.

Vamos a describir estos dos misterios que estamos celebrando esta semana. El primer misterio, el de la Santísima Trinidad que nos quiere explicar quién es Dios. Tenemos claro, por nuestra fe, que no hay más que un solo Dios. Hemos llegado a esta conclusión, a través de los siglos, como explicitación de la llamada de Dios al pueblo de Israel al que se le releva como único Señor.En esa revelación surge el pueblo cristiano en la seguridad que hay un solo Dios.

Hasta entonces todos los pueblos de la Tierra habían llegado a la conclusión de un politeísmo y afirmaban la existencia de múltiples dioses por encima de la vida de los hombres que marcaban su existencia en diferentes aspectos. Solo el pueblo judío llega a la conclusión que hay un solo Dios. Este es el punto de partida de la fe en la Iglesia: no hay más que un solo Dios. Ese don que adquiere el pueblo de Israel es simplemente por revelación de Dios que se les presenta como único Dios.

La Iglesia también, como heredera del pueblo de Israel, vive así su monoteísmo. Y también por revelación da un paso más en esa descripción de Dios y afirma: “No hay más que un solo Dios, el Padre Todopoderoso, su Hijo único y el Espíritu Santo. El único Dios es la Santísima Trinidad”. La Santísima Trinidad es el misterio central de la fe de la Iglesia, el misterio más importante de la vida cristiana. Es la fuente de todos los otros misterios y es la enseñanza esencial dentro de las jerarquías de las verdades de la Iglesia. Lo que nos expresa en este misterio es como el Dios, verdadero y único, es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Podría pensarse erróneamente que cada una de las personas necesita de las otras dos para formar el Dios. No es cierto. El Padre es completamente Dios, el Hijo es completamente Dios y el Espíritu Dios es completamente Dios. Allí está el misterio que no se puede comprender, nos hemos asomado un poco a este misterio por revelación de Dios que se nos ha manifestado como Dios único y verdadero. Gracias a la figura de Jesús se nos ha manifestado la paternidad de Dios y el Espíritu Santo. Por tanto es Jesús que nos revela la Trinidad de Dios. A ese misterio no podemos entrar, la razón se nos escapa, incluso la fe de Israel tampoco conoció ese misterio.

Existe otro misterio que es del Corpus Christi, la presencia de Jesucristo real en el pan y en el vino después de la consagración. ¿Cuándo se realiza ese misterio? En el momento en el que el sacerdote en la consagración pide al Padre que envíe su Espíritu Santo y se produce la Transformación.Quienes toman parte en la Eucaristía, toman parte del Cuerpo y de la Sangre de Cristo. Es Cristo que entra dentro de cada uno de nosotros.

Esto es lo que la Iglesia cree de una manera solemne y constante. La materia del pan eucarístico sigue siendo pan, visiblemente mantiene su materia, pero la substancia es la del Cuerpo de Cristo. Este misterio se llaman precisamente por transubstanciación. La presencia de Jesucristo comienza en el momento de la Consagración y dura todo el tiempo que están presentes las especies eucarísticas. En la fiesta del Corpus Christi se hace visible la Eucaristía para la adoración de los fieles. Se hace visible esa presencia de Cristo en el altar.


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