La simpática anécdota que no olvida Andoni de sus hermanos ciclistas al que un accidente les truncó la vida

El 15 de febrero de 2001 la familia Otxoa quedó destrozada tras el atropello que costó la vida a uno de los hermanos

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El 15 de febrero de 2001 se truncó la carrera deportiva de dos hermanos ciclistas que estaban llamados, especialmente uno de ellos, a dar tardes de gloria al deporte español. Al menos tuvo el honor de coronarse en una de las etapas reina del Tour de Francia, Hautacam. Fue el 10 de julio de 2000, cuando emprendió una escapada que Lance Armstrong no llegó a neutralizar.

Lo primero que hizo tras vencer fue fusionarse en un abrazo con su hermano. El ganador fue Javier. Su hermano era Ricardo. Se apellidaban Otxoa. Ambos eran corredores del Kelme. Todo se acabó aquella tarde de febrero de hace casi 19 años, cuando entrenaban en la localidad malagueña de Cártama.

Aquel día fueron arrollados por un turismo. Ricardo murió. Javier, tras semanas en coma e importantes secuelas (daños cerebrales, pérdida de una parte del pulmón, vértebras rotas…) logró aferrarse a la vida, hasta que un tumor cerebral terminó por arrebatársela en marzo de 2018. Antes, brilló como figura paralímpica.

Quien más sintió aquello fue su madre. El padre al menos se libró de la muerte de Javier, tras morir de cáncer hace tres años, aunque tampoco llegó a superar la ausencia de Ricardo.

Casi dos décadas después, el hermano mayor de Ricardo y Javier, Andoni, recuerda con orgullo y emoción a sus hermanos: “Javier estaba enfermo pero su muerte no fue tan traumática como la de Ricardo, que murió en el accidente con veintitantos años. Es algo que no te esperas. Fue muy duro. A Javier le quedaron graves secuelas pero siguió luchando. Cuando le detectaron el cáncer cerebral, al final piensas en que lo mejor es irse ya que su calidad de vida no era buena”.

Como hemos comentado, la que se ha quedado sufriendo todas las ausencias ha sido la madre de ambos: “Ha perdido dos hijos, que es lo peor que te puede ocurrir. También murió mi padre. Cuando ocurrió el accidente yo no era padre, pero ahora sí lo soy y te puedo decir que no es lo mismo perder a un hermano que a un hijo”.

Javier obtuvo una prórroga vital de más de 17 años, pese a que los médicos no eran optimistas en un primer momento: “Sus lesiones eran muy graves y podía haber muerto. Aunque suene raro decirlo, cuando pierdes a un ser querido solo te quedas con que se ha marchado y te sientes solo. Pero el tener a un familiar en coma, en la UVI y estar pendiente constantemente de su evolución, hizo que se aliviara un poco la muerte de Ricardo”, confiesa Andoni.

Estaban llamados a ser ciclistas de gran nivel. Ganaron carreras en nuestro país y fuera de nuestras fronteras. Ricardo tuvo peor suerte, ya que no le dio tiempo a demostrar toda su valía. En los dos años anteriores al atropello, ambos competían en Kelme: “Eran felices. Javier venía de hacer un gran Tour, donde quedó 12º en la general. Ganó una etapa reina. Competía con los gallos del momento y las expectativas de cara al año siguiente eran muy buenas”.

A Andoni siempre le quedará el consuelo de haber visto a sus hermanos disfrutar de su pasión por la bicicleta, que a la larga acabó con sus existencias: “Javier pudo competir en tres ediciones del Tour, estuvo varias veces en el pódium y pudo disfrutar de la victoria. Fue corto, pero vivió momentos dulces. Pudo demostrar más que Ricardo, que no le fue bien en Once”.

Aquel fatídico 15 de febrero de 2001 se volvía a demostrar la cara más cruel del deporte. Y es que detrás del triunfo hay mucho esfuerzo y sufrimiento: “El País Vasco es un territorio muy frío y lluvioso en invierno, por lo que el sacrificio para entrenar es grande. Muchos se quedan en el camino porque optan por no continuar. La ilusión de mis hermanos era ser ciclistas profesionales y lo lograron aunque durase muy poco. La vida es injusta a veces”.

Ricardo y Javier eran gemelos. Mantenían una relación muy especial: “Se compraron dos casas en Málaga, compartían la moto, el coche… de crío, como todos los hermanos, nos peleábamos, pero al final acababan los dos contra mí, porque se protegían”.

Andoni nunca olvidará una anécdota que protagonizaron Javier y Ricardo durante su juventud: “Está mal visto decirlo públicamente pero uno de los dos, no recuerdo quien, tenía que hacer su examen de práctica para obtener el carnet de moto. El caso es que no podía ir porque estaba compitiendo fuera. Por eso, se presentó el otro y, al ser gemelos, no se dieron cuenta del cambio”, recuerda un emocionado Andoni, hermano mayor de ambos.