El profundo pozo en el que se vio envuelto este joven que no encontró el apoyo en algunos de sus familiares

A Alejandro le diagnosticaron trastorno bipolar con 23 años

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Desde hace unos quince años, Alejandro tiene controlada su enfermedad. Cuando está a punto de cumplir los 40 de existencia, se ha marcado como reto retomar las actividades que un día el trastorno bipolar le impidió continuar. De esa manera busca “recuperar el terreno perdido.”

Pese a que su trastorno fue diagnosticado cuando tenía 23 años, los síntomas comenzaron a dar la cara durante su infancia, pese a que ni él ni su entorno eran conscientes: “Los estados de ánimo yo los vivía como parte de mi personalidad, pero cuando compruebas que los problemas son cada vez más graves, es bueno caer en manos de un buen médico que entienda este tipo de trastornos mentales y te expliquen bien lo que te ocurre.”

Ya en su etapa de Secundaria, comenzaba a tener dificultades para sacar adelante el curso: “No es que me costara aprobar, pero no era fácil gestionar sin medicación ni diagnóstico el estrés que me generaban los exámenes, determinados profesores, los cambios en el ritmo del sueño o la falta de capacidad de concentración. Años después comprendí que se debía precisamente al trastorno bipolar. En las relaciones sociales, no tenía problemas a la hora de conocer gente, pero es cierto que no profundizaba. Era un poco el freaky del colegio.”

Con el paso de los años, las fases depresivas ganaban terreno a las maniáticas (euforia): “Las primeras me llegaban a durar hasta dos años, mientras que la euforia apenas dos semanas o un mes. Fue cuando me puse en mano de profesionales. Es un pozo cada vez más profundo. La medicación y la psicoterapia son las únicas alternativas para estabilizar la patología.”

El camino hacia la recuperación (que no curación) de Alejandro no fue tarea sencilla. Ni siquiera contó con el apoyo de todos los miembros de sus familiares y amigos, que no llegaron a aceptar lo que le ocurría a su ser querido: “El problema es el desconocimiento, porque es una enfermedad invisible a primera vista. En su momento me dolieron determinados comentarios, porque mucha gente piensa que este trastorno es una excusa por ejemplo para darme de baja en mi puesto de trabajo. No se entiende que es una enfermedad grave con la que no se puede frivolizar.”

En parte este fue el motivo por el que hace unos años, Alejandro decidió a escribir un libro con tintes autobiográficos, 'De bipolar a bipolar': “Desde hace años pertenezco a una asociación para personas bipolares y sus familias. Yo estudié magisterio, aunque nunca he ejercido la docencia. Pero la vocación estaba ahí, y en la asociación, sin proponérmelo, me dedicaba a dar clases a grupos de unas veinte personas afectadas. Me di cuenta de que la bibliografía en torno a la bipolaridad era amplia, pero no había documentos que pudiera explicar de manera comprensible a la población entera este trastorno. El libro es una manera de contar a una persona que también sufre este problema mi experiencia y cómo logré salir adelante.”