Superar el alcoholismo: La entrega de Emilio para evitar que los chicos se inicien en la bebida

El presidente de la Federación Al Andalus de Alcohólicos Rehabilitados le ha contado a Pilar García Muñiz que todo esfuerzo es poco para evitar un mal que te lleva a la ruina

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Emilio Medina, presidente de la Federación Al Andalus de Alcohólicos Rehabilitados, en Mediodía COPE

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Lo tenemos normalizado y más ahora en esta época de tantas comidas y reuniones. Aperitivo con cerveza, comida o cena con vino y en otros momentos una copa de cava, un licor o un gin tonic...

Queramos o no beber es una costumbre social en nuestro país. No significa que todos acabemos perjudicados cada vez que tenemos una comida con amigos o con la familia, pero alguna de esas bebidas, seguro que casi todos nos tomamos.

El problema es cuando pasamos de ser bebedores sociales a algo más.

Diecinueve años bebiendo cada uno de los días

Emilio Medina comenzó a beber con 12 años, siendo un niño, cuando las familias comían con vino y gaseosa, los niños también, "teníamos el vino dulce para que entraran ganas de comer. A los niños que yo les hablo empiezan a beber con 12 años, yo empecé con esa edad yendo a casa de un zapatero que lo mismo arreglaba zapatos o vendía chucherías y, también, vendía vino. Me mandaba mi madre para echárselo al pollo los domingos y comencé a probarlo, y cada vez que iba lo bebía, cada vez bebía más y mi madre creía que el zapatero cada vez echaba menos y no, era yo que me lo bebía", cuenta en Mediodía COPE.

Traguito de vino a trago, acabó convirtiéndose en una adicción al whisky que casi le cuesta su vida familiar. Ahora, a sus 63 años, lleva más de 30 sin beber, y desde que empezó su rehabilitación, ha querido concienciar a los jóvenes de los peligros que puede ocasionar el alcohol, jóvenes que según Datos Oficiales en España comienzan a beber a los 12 años.

Ahora, como presidente de la Federación Al Andalus de Alcohólicos Rehabilitados, Emilio acude a los colegios de la provincia de Sevilla a contarles su propia experiencia. No se trata de prohibirles que beban, sino de mostrarles la realidad: lo que hay detrás de consumir alcohol y su relación con otras drogas. El alcohol es una droga también.

"Una de las consecuencias que sufrimos todas las personas es que yo he hecho lo que he visto en mi casa, mis hijos harán lo que han visto en mí, y las empresas de alcohol ganan tanto dinero..., y la política te dan una ayuda, pero a la vez protegen esas industrias", lamenta Emilio.

El ultimátum que le llevó a dejar el alcohol

"A los 31 años, mi mujer me dijo, 'o el alcohol o tu hija y yo'. Y lo dejé y ahora no solo tengo una hija, también tengo otra", dice con orgullo Emilio a Pilar García Muñiz.

Y ese reto cumplido y la situación límite fueron clave para que Emilio reaccionara y dejara atrás el alcohol y "cuando les cuentas tus experiencias y lo que has estado a punto de perder en tu vida, se impactan, al principio empiezan a reírse porque son dos horas las que tenemos allí y van a pasar el rato, pero luego empiezan a sacar sus casos próximos, y te cuentan que tienen un primo, tienen un amigo, mi madre o la madre de un amigo, se sienten identificados", relata Emilio lo que ocurre cuando comparte su vida con los chicos.

Adolescentes, algunos tan jóvenes como cuando Emilio se inició, "la mayoría no reconocen que beben, pero algunos sí levantan la mano o les señalan los otros y ellos agachan la cabeza".

Emilio lleva ya 32 años sin beber, aunque eso no le ha librado de sufrir las consecuencias de aquellos 19 años consumiendo; a los 40 años, le diagnosticaron un cáncer. Es uno de los efectos que tiene en el cuerpo el alcohol tras años consumiendo. Aunque ahora ya está bien, una de las consecuencias es que se ha quedado prácticamente sin estómago.

Emilio se salvó de milagro. Ahora lucha por evitar que a nuestros jóvenes les pueda pasar la factura que él conoce tan cara ha pagado.

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