"Al fallo de las pulseras se suma la falta de transparencia de un Gobierno que hace bandera del feminismo para utilizarlo como instrumento de polarización"
Escucha el análisis de la actualidad de Pilar García de la Granja de este jueves, 25 de septiembre de 2025
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Esta madrugada, de nuevo, Casandra se ha despertado a las 3, a las 4 y a las 5, alertada por el dispositivo que tiene y que detecta la proximidad de su agresor. No es la primera vez que le pasa.
Casandra es una de las alrededor de 5.000 mujeres maltratadas y amenazadas de muerte por sus parejas o exparejas que sufren desde hace meses los fallos de estas pulseras y viven permanentemente en un infierno.
Más de 100 quebrantamientos de su expareja en un fin de semana. La tortura de Casandra comenzó en Canarias cuando ella tenía 15 años. Ahora tiene solo 29 años. Su expareja recibió la primera condena hace una década. Después de cortarle los frenos del coche, la justicia decidió que debía llevar una pulsera telemática.
Casandra tiene dos hijos. En 'Herrera en COPE', nos contaba que cada vez que se produce un episodio de estas características puede estar un mes sin salir de casa por miedo. Denuncia que el policía que le asignaron no le llama tanto como debiera.
Casandra está amenazada de muerte. Ha cambiado hasta en tres ocasiones de dispositivo por los fallos que niega el Gobierno. El artilugio es bien sencillo. Ella porta una especie de teléfono móvil y el maltratador una pulsera. Ambos soportes alertan de la distancia a la que están el uno del otro y que tienen que respetar.
Paradójicamente, Casandra ha llegado a encontrarse a su maltratador de frente sin que recibiera ningún aviso porque su agresor sabe que el dispositivo no funciona correctamente y lo aprovecha para intimidarla.
A la situación legal se suma la de la salud. Casandra sufre una depresión severa y estrés postraumático por este infierno que vive. Y sus hijos también lo pasan mal, de 11 y 13 años, que como ella nos confesaba, observan todo y han visto cómo su madre les contaba que debían cambiarse de casa por seguridad. Una vez, dos veces, tres veces, hasta 7 veces. Has oído bien. 7 mudanzas. Casandra ha tenido que cambiar de trabajo también. Probablemente, estés pensando que lo que vive es un infierno. Sí.
Mira a la misma hora que Casandra nos abría su corazón en 'Herrera en COPE', la delegada del Gobierno contra la violencia de género, Carmen Martínez, insistía en que los 4.730 dispositivos que hay en España son un elemento más de control de maltratadores dentro del sistema VIOGEN.
Lo dice un día después de que el Congreso reprobara a la ministra de Igualdad por la nefasta gestión de las pulseras antimaltrato.
Y al fallo en el volcado de datos de dichos dispositivos se sigue sumando la falta de transparencia de un Gobierno que siempre ha hecho bandera del feminismo para utilizarlo como instrumento de polarización.
El rigor y la transparencia en la gestión son la mejor garantía para víctimas de la violencia machista como Casandra.
El resto, como el anuncio de Pedro Sánchez de enviar un buque militar a aguas internacionales en apoyo de la flotilla de ayuda a Gaza, como le pedían sus socios, persigue desviar el debate.