"Piensa en el coraje de la fiscal Tagle, asesinada por servir a la ley y piensa en el primer fiscal general procesado de la democracia, García Ortiz"
Escucha el monólogo de Jorge Bustos del martes 10 de junio
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Hacía mucho tiempo que quería visitar donde me encuentro ahora mismo. Lo quise visitar desde que se inauguró en 2021, y ahora tengo la fortuna de hacer este Mediodía Cope desde aquí, desde el Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo de Vitoria. Hace un rato me he metido en la reconstrucción exacta del zulo donde José Antonio Ortega Lara pasó 532 días. Allí he tratado de imaginar lo que sintió, sin conseguirlo, porque la condición de víctima es radical y es intransferible. Es un dolor al que uno se puede y se debe acercar, con respeto, pero que no se puede reproducir. Solo se puede honrar.
He visto la foto del paraguas rojo junto al cadáver cubierto con una sábana blanca de mi compañero del diario El Mundo, José Luis López de Lacalle, mártir de los columnistas españoles. He visto la batería que tocaba Miguel Ángel Blanco, que enmudeció para siempre aquel mes de julio de 1997. He visto el monopatín de Ignacio Echeverría, que pagó con su vida la decisión heroica de enfrentarse desarmado al terror yihadista aquella tarde en el puente de Londres. Me he asomado a las vitrinas que exponen los uniformes y los efectos personales de los agentes de la Guardia Civil o de la Policía Foral o Nacional asesinados en los años de plomo. Y he leído las cartas de extorsión a empresarios, y los croquis de los chivatos de la banda, alguna de las cuales ahora es portavoz parlamentaria y socia preferente del Gobierno de España.
Es importante que todos los españoles pasen por aquí al menos una vez en su vida. No solo los que recuerdan aquellos años, los que saben muy bien dónde estaban el día del atentado de Hipercor o del asesinato de Gregorio Ordóñez o de Fernando Buesa o de Tomás y Valiente. Es preciso que vengan también los colegios de toda España, chavales, adolescentes de la generación Z o jóvenes que no tienen memoria personal del terror etarra, pero que aun así tienen una deuda de gratitud con sus víctimas. Porque la historia de las víctimas es la historia moral de nuestra democracia. Porque no solo debemos recordarlas: debemos honrar su sacrificio. Ellas padecieron para que las generaciones futuras pudieran vivir hoy en una España sin violencia política. Y ellas nos recuerdan el precio de la cobardía de demasiados, y también el coste del odio cuando de nuevo el extremismo ideológico vuelve a polarizar nuestras sociedades.
Un 12 de septiembre de 1989, a las tres y cuarto de la tarde, la fiscal Carmen Tagle se disponía a entrar con el coche en el garaje de su domicilio de Madrid. En ese momento Henri Parot y otro pistolero de ETA, que venían siguiéndola desde la Audiencia Nacional, se acercaron a la ventanilla y le dispararon varios tiros a bocajarro. Tenía 44 años y nunca tuvo miedo. Por eso no llevaba escolta. Revolucionó la forma de investigar a los terroristas, interrogándolos con dureza, despreciando las miradas amenazantes que le lanzaban sujetos como Josu Ternera.
Tú que me escuchas piensa solo un momento en el coraje de la fiscal Tagle, asesinada por servir a la ley. Y ahora piensa en el primer fiscal general procesado de la democracia: Álvaro García Ortiz. Y trata de medir la distancia moral que existe entre ambos. Dos fiscales de carrera, sí. Pero dos espíritus incomparables. Una enaltece con su ejemplo el nombre de la Fiscalía Española. El otro, con su terca negativa a dimitir, está hundiendo el prestigio de los servidores de la ley".