"Es lo que pasa cuando alguien se deja llevar por la obediencia política hasta mancharse la toga con el fango del camino"

Escucha el monólogo de Jorge Bustos del lunes 9 de junio

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Álvaro García Ortiz acaba de ser procesado por el Tribunal Supremo por un delito de revelación de secretos en el caso del novio de Isabel Díaz Ayuso. Por primera vez en la historia de España va a ser procesado un fiscal general del Estado sin que el procesado se plantee dimitir del cargo de fiscal general. Por primera vez, al máximo representante del Ministerio Público le corresponde ocupar en el proceso penal el lugar los presuntos delincuentes en vez del lugar de quien persigue sus delitos. Pero esto es la que pasa, queridos niños, cuando alguien se deja llevar por la obediencia política o la afinidad ideológica hasta el punto de mancharse la toga con el fango del camino.

El juez Ángel Hurtado da por concluida la instrucción y ha dictado hoy el auto de procesamiento contra García Ortiz porque aprecia indicios sólidos de delito. No solo lo procesa a él sino también a su mano derecha, Pilar Rodríguez, la fiscal jefe provincial de Madrid a la que el fiscal general ordenó reclamar los correos confidenciales intercambiados por el letrado del empresario Alberto González Amador con la Fiscalía de Delitos Económicos de Madrid. Esta Pilar Rodríguez es la que hablaba de “echar más cianuro” en la nota de prensa con la que García Ortiz quería “ganar el relato”. Pero los fiscales no están para ganar relatos ni para echar cianuro, queridos niños: este lenguaje es el propio de los mafiosos. Antes en España los mafiosos eran perseguidos por los fiscales. Ahora parece que los papeles andan confundidos.

¿Y qué va a hacer ahora La Moncloa? ¿Va a insistir en el bulo de que García Ortiz solo actuó para combatir un bulo del jefe de gabinete de Ayuso? ¿Pretende que creamos que el Tribunal Supremo de este país procesa a gente por combatir bulos? ¿Y por qué Pedro no le pide a Alvarone que dimita de una vez? La Fiscalía de quién depende: pues eso, Pedro. Dile que dimita. Porque es una vergüenza ver a un fiscal general en el banquillo resistiéndose a dejar el cargo porque le han ordenado seguir haciendo de cortafuegos de la familia presidencial. Y en especial de Begoña Gómez. Porque no olvidemos que todo el lío de la revelación de datos confidenciales del novio de Ayuso sucedió justo cuando El Confidencial empezó a publicar noticias del presunto tráfico de influencias de la esposa del presidente. Moncloa quiso jugar al empate apuntando a Ayuso, y empleó recursos del Estado -Hacienda y la Fiscalía- contra un ciudadano particular solo para salir al rescate mediático de doña Begoña. Y eso es propio de un régimen bananero, no de una democracia.

Así que ahora tenemos dos procesados: el novio de Ayuso y el fiscal general. El primero por presunta evasión del impuesto de sociedades; y si se demuestra que no lo pagó, tendrá que asumir la sanción que se le imponga. Pero el caso del fiscal es infinitamente más grave. Porque no se puede comparar la imputación por un tema de impuestos de un empresario particular... con el procesamiento del alto funcionario que encarna un pilar del Estado. El día que García Ortiz decidió revelar secretos -presuntamente- para complacer al matrimonio Sánchez-Gómez, como un soldado obediente en una guerra que no debería ser la suya, ese día destruyó su crédito personal y su carrera profesional. Y cada día que sigue en el cargo se hunde un poco más el prestigio de la Fiscalía.

España no se merece tener un fiscal general sentado en el banquillo de los acusados. Señor García Ortiz, reúna la poca honra que le queda y váyase a su casa a defenderse sin beneficiarse de los atributos de fiscal que no merece ya. No se comporte como otra Leire de las cloacas. No arrastre en su caída el prestigio de tantos fiscales honrados que luchan contra el abuso de poder y la corrupción. Usted ya no es uno de ellos. Asúmalo, y deje que corra el aire".