Nos resistimos a la misericordia
Escucha la firma de José Luis Restán de este miércoles, 17 de septiembre de 2025
Madrid - Publicado el
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A algunos de nuestros oyentes les sonarán los nombres de Cornelio y Cipriano porque se citan juntos en uno de los prefacios de la Misa… y poco más. Ayer celebramos su fiesta, hermanados en la liturgia como en la historia. Vivieron en el siglo III, Cornelio fue Papa, y Cipriano, obispo de Cartago, por entonces una comunidad cristiana floreciente. Lo que les unió en vida fue su postura de aceptar el retorno a la comunidad de aquellos cristianos que habían apostatado por miedo a las persecuciones, simplemente si mostraban su arrepentimiento y deseo de reconciliación. Para mucha gente esa “indulgencia” resultaba peligrosa en un contexto de persecuciones. Algunos rigoristas dieron vida a la herejía novaciana, según la cual, el hombre solo tiene una oportunidad, y si la pierde se despeña al abismo.
Cornelio y Cipriano se enfrentaron con ellos, enseñando que la Iglesia católica no es una comunidad formada por gente de virtud intachable, sino que está formada por personas falibles que saben por experiencia lo que es caer y levantarse. Un amigo mío dice que nuestros tiempos vuelven a ser novacianos. Hay una tendencia a idealizar a ciertos tipos, pero al mismo tiempo existe una especie de alegría morbosa al ver caer de su pedestal a las personas idealizadas. Y esta tendencia novaciana también puede darse hoy en el seno de la comunidad cristiana, como sucedió ya en el siglo III. Hay gente en la Iglesia (qué paradoja) que siente un regusto perverso al descubrir que otros hermanos caen, y que no duda en hacerlos pedazos.
Cornelio y Cipriano nos recuerdan de forma perenne que la misericordia es una categoría esencial de la experiencia católica. La misericordia no consiste en decir “¿qué más da?”, sino en reconocer que la paciencia de Dios es infinita, que ya nos lo ha dado todo con su Hijo, y que, si Él ha derramado su sangre para salvarnos, resultamos grotescos al condenar a otros, cuando se equivocan, al cubo de la basura.