En lo que no puede ser neutral
Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 15 de diciembre
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Pedro Sánchez manda callar al presidente de la Conferencia Episcopal porque, dice, el tiempo en que los obispos se inmiscuían en la política terminó con la llegada de la democracia. Me pregunto si mandaría callar también a un rector de universidad, a un artista de cine, a un sindicalista o a un entrenador de fútbol, por decir que ante una situación de bloqueo político hay que acudir a las vías que prevé la Constitución. Ayer Sánchez no actuó como un presidente sino como un mamporrero. Debería leer a un intelectual muy de izquierdas como Jürgen Habermas, que advierte de que las democracias, para funcionar, necesitan escuchar a las tradiciones religiosas presentes en la sociedad porque son fuentes de sentido. La Iglesia católica, en España, custodia una de esas fuentes, aunque le pese a un presidente que, como aquel rey del cuento, no tolera que nadie le diga que está desnudo.
Muy indignado, el ministro Félix Bolaños exigió por carta al arzobispo Luis Argüello que mantuviera la neutralidad política exigible a la Iglesia. Como el propio monseñor Argüello ha expresado, su neutralidad política es muy clara, tanto que no hace ascos a sentarse para hablar con Salvador Illa o con Santiago Abascal. De hecho, Argüello ha invocado algo tan poco partidista como la Constitución, que es la casa de todos. Pero en lo que no puede ser neutral es en todo lo que afecta a la dignidad humana, al bien común y al respeto a las normas básicas del Estado de derecho. De eso puede y debe hablar la Iglesia contra viento y marea. Con respeto, sin altanería, con precisión, utilizando un lenguaje accesible para todos (creyentes y no creyentes) como pedía también el maestro Habermas. Como hizo de manera impecable Luis Argüello en su entrevista de ayer en La Vanguardia, contribuyendo a subir el nivel de nuestra muy mediocre conversación nacional.