Un señor discurso

Escucha la Firma de José Luis Restán del martes 18 de noviembre

José Luis Restán

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Es imposible resumir en este comentario el discurso de Monseñor Luis Argüello en la apertura de la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, un “señor discurso” por su extensión, profundidad y realismo, en el que ha desplegado un diálogo rico y matizado entre la propuesta cristiana y el actual momento histórico, con sus esperanzas y tribulaciones. Como ha dicho el presidente de la Conferencia, la Iglesia debe discernir los cambios que se presentan y las preguntas que se plantean sin ingenuidad y con disponibilidad. Por eso ha levantado acta del amplio debate social suscitado por lo que algunos llaman un nuevo “momento católico” o, como él prefiere llamarlo, el regreso de unas “coordenadas espirituales que parecían proscritas”. Hoy voy a centrarme en este punto del discurso.

Argüello no se deja cautivar por ciertos resplandores, pero tampoco tira de escepticismo. Esta nueva apertura, sobre todo de los jóvenes, con los límites que tenga, desvela la antigua proclamación de Agustín de Hipona: “nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. Ante las diversas búsquedas de espiritualidad, Luis Argüello subraya la pertinencia y actualidad de la propuesta de la fe de la Iglesia contenida en el Credo. De esa fuente nace un marco de referencia que ha querido precisar en sus elementos esenciales:

Primero, Dios creador y Padre, Dios redentor del hombre y Dios Espíritu Santo que acompaña con su amor nuestro camino. Segundo, la persona: varón y mujer, razón que busca la verdad, y libertad para adherirse a ella; y la familia, que es genealogía y biografía de la persona. Tercero: el reino de verdad, justicia y paz que intentamos construir para toda la familia humana, desde los más pobres. Y cuarto, la Iglesia, que es un pueblo entre los pueblos, tienda de encuentro y hospital de campaña, escuela de reconciliación y comunión.

Estos son los elementos de una presencia católica, desde la cual los habremos de escuchar y dialogar con las búsquedas y esperanzas de nuestros contemporáneos.