Misioneros hasta la tumba
Escucha la Firma de José Luis Restán del jueves 25 de septiembre
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Una colega del diario italiano Avvenire, Anna Pozzi, cuenta en un artículo su amor (extraño e imprevisible) por un país como Sudán del Sur. La primera vez que lo visitó, en 1999, aún formaba parte de Sudán. La muerte y la destrucción reinaban por doquier y una terrible hambruna diezmaba a los niños. Allí conoció al obispo de Rumbek, Cesare Mazzolari, que había decidido quedarse porque para los Misioneros Combonianos aquella es una tierra de elección. Por aquella época yo, desde Madrid, también seguía las andanzas de ese obispo que había decidido invertir al máximo en educación, a pesar de las innumerables dificultades porque, de lo contrario, el país nunca tendría futuro. Pozzi ha regresado varias veces a Sudán del Sur, la más emocionante fue en vísperas de la independencia, en julio de 2011, cuando se respiraba un aire verdaderamente nuevo y se vislumbraba la esperanza de paz y desarrollo para todos. La última vez que ha ido, hace pocos meses, descubrió con pesadumbre que los mismos líderes de siempre solo conocen la guerra, matándose y pisoteando a su propio pueblo.
Cuenta que en el amplio patio de la casa parroquial de Bentiu, en la frontera con Sudán, más de 1.600 niños corrían y gritaban antes de empezar la escuela. El edificio sólo tiene solo un aula de ladrillo, sofocante dadas las temperaturas superiores a 40 grados. La mayoría de los niños asisten a clase bajo los grandes árboles, con una pizarra apoyada en un tronco. El obispo Mazzolari ya falleció y fue enterrado en Rumbek; su sucesor es el joven Christian Carlassare, otro comboniano que en la actualidad no tiene hogar, vive hospedado por los sacerdotes de la parroquia mientras se construye su propia casita al otro lado de la calle. Pero tiene en mente un proyecto mucho más ambicioso en un amplio terreno que le han donado. “Será una escuela, dice, ¡porque el futuro de este país es ahora!”. Mientras se suceden los líderes que destrozan el país, los misioneros perseveran hasta dejarse enterrar allí, y siguen construyendo escuelas.