¡Qué hermoso sería ser como él!

Escucha la Firma de José Luis Restán del jueves 16 de octubre

José Luis Restán

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En vísperas del DOMUND he encontrado en la revista Mundo Negro un precioso testimonio de un misionero comboniano nacido en Uganda, el P. Alfred Mawadri. Cuenta sus raíces en una familia católica del norte de Uganda, y la admiración que ya sentía por los misioneros siendo solo un niño. Recuerda en concreto a un misionero italiano, ya mayor, que difundía alegría dondequiera que estuviera. “Si tenías algún problema o una carga en el corazón, acudías a él y sus palabras lo disipaban como por arte de magia”. Entonces Alfred se decía: “¡Qué hermoso sería ser como él!”.

En 1988 su primo fue ordenado sacerdote, pero tres años después fue asesinado mientras desempeñaba su misión. Alfred fue monaguillo durante el funeral. Al finalizar la celebración, el misionero italiano le dijo: “nuestra fe no nos deja ninguna duda de que William no murió en vano, podemos estar seguros de que el Señor traerá múltiples dones con su sacrificio”. Entonces Alfred le respondió: “Yo ocuparé su lugar”. Y así fue. Ingresó en los misioneros combonianos y en 2012 fue ordenado sacerdote y destinado a una parroquia en la diócesis de Malakal, en Sudán del Sur. Allí era frecuente que los niños murieran de malaria, diarrea y otras enfermedades relacionadas con los pantanos. Tenía que atravesar a pie las zonas pantanosas para ir de una comunidad a otra. Tampoco tenía teléfono móvil y apenas una débil conexión a Internet en el centro parroquial. Todo eso fue (y sigue siendo) una prueba difícil para él, pero siempre encontró suficientes razones para seguir adelante.

Ahora Alfred es formador de los futuros misioneros combonianos en Sudán del Sur. Sigue creyendo y esperando que la Palabra de Dios que siembra en esa tierra brotará y dará fruto. Y desde allí envía un mensaje a los jóvenes españoles, diciéndoles que Cristo es el único que puede dar sentido a su existencia y satisfacer su sed de felicidad duradera. Seguramente otros mirarán a Alfred y dirán: “¡qué hermoso sería ser como él!”. Así se ha comunicado la fe durante siglos.