La fuerza que hace nacer la comunidad cristiana

Escucha la Firma de José Luis Restán del jueves 2 de octubre

José Luis Restán

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Ayer durante la Audiencia General, el Papa León comentó el episodio de la Pascua en el que Jesús se aparece a los apóstoles y junto al saludo de la paz realiza un gesto que puede parecer extraño: les muestra las manos y el costado con los signos de la pasión. 

¿Por qué exhibir sus heridas precisamente ante ellos, que en aquellas horas dramáticas lo habían abandonado?, se pregunta el Papa. Es preciosa la interpretación que ofrece León. Dice que “Jesús está ya plenamente reconciliado con todo lo que ha sufrido y no guarda ningún rencor”. 

No muestra sus heridas para reprender o avergonzar a los discípulos sino para decirles que, precisamente en el momento en que han fallado, Dios no se ha echado atrás, no ha renunciado a nosotros. “Él ofrece sus llagas como garantía de perdón, y muestra que la resurrección no es la cancelación del pasado, sino su transfiguración en una esperanza de misericordia”.

Junto con el don de su paz («¡Paz a vosotros!»), Jesús envía a los apóstoles al mundo. Les confía “una tarea que no es tanto un poder como una responsabilidad: ser instrumentos de reconciliación en el mundo”. 

Como si les dijese: vosotros, que habéis experimentado el fracaso y el perdón, sois los que podéis anunciar al mundo el Rostro misericordioso del Padre. Y concluye el Papa León con esta afirmación que es para grabar en mármol blanco: “el centro de la misión de la Iglesia no consiste en administrar un poder sobre los demás, sino en comunicar la alegría de quien ha sido amado, precisamente cuando no se lo merecía. 

Esa es la fuerza que ha hecho nacer y crecer la comunidad cristiana: hombres y mujeres que han descubierto la belleza de volver a la vida para poder donarla a los demás”. Si no entendemos esto, todas nuestras movilizaciones en defensa de los valores cristianos se convierten en ideología y no dan fruto.