La fidelidad nace de un abrazo
Escucha la Firma de José Luis Restán del lunes 21 de julio
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Decir que algunos recovecos de las redes sociales son un pudridero no es descubrir el Mediterráneo. Pero cuando los que protagonizan el desapego, la maledicencia y el insulto, todo adobado con una ignorancia que raya en la estupidez, son supuestos católicos que vierten su bilis sobre personas de la Iglesia y sus instituciones, la repugnancia da paso a una tristeza inmensa. El abad general del Císter, Mauro Lépori, que se ha visto inmerso en una dolorosa polémica mediática por las decisiones que ha tomado en el caso de una abadesa de su orden, ha hablado recientemente de la profundidad del dolor que provocan la mentira y una agresividad dañina en el cuerpo de la Iglesia. Por supuesto que quienes conducen la Iglesia pueden equivocarse en sus decisiones, así ha sido desde el principio. Pero la respuesta nunca puede ser la revuelta violenta que lleva a la infidelidad, a colocarse fuera de la Madre Iglesia que nos engendra en la fe cada día.
El P. Lépori cuenta, a este respecto, que cuando participó en la Misa de Pentecostés celebrada por el Papa León XIV se reconoció sintiendo la misma emoción que hace exactamente 50 años, en el Año Santo de 1975, cuando tenía 16 años y vio pasar al Papa San Pablo VI. Desde ese preciso momento, dice, “me invadió un amor por la Iglesia que nunca me ha abandonado, y un gran deseo de fidelidad a ella, y a Pedro que la guía”. La fidelidad puede ser fatigosa y sacrificada, a veces hasta el martirio, pero es la prenda de una vida alegre, luminosa y libre, lo contrario de lo que se percibe en esos comentarios en las redes a los que me he referido al principio. Dice Lépori que esa fidelidad no puede nacer de la disciplina ni de apretar los dientes, sino de haber experimentado la benevolencia que a cada uno nos llega de Cristo a través de su Iglesia. De haber experimentado, ayer y hoy, el abrazo de la Madre Iglesia.