La duda y la fe
Escucha la Firma de José Luis Restán del miércoles 3 de diciembre
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Ayer un columnista prestigioso, declaradamente agnóstico, comentaba en su columna de ABC el viaje del Papa a Turquía. Esto ya es notable. Además, señalaba con gran inteligencia el corazón de la predicación de León XIV: que el cristianismo carecería de sentido y de interés si Jesucristo no fuese el Hijo de Dios encarnado, sin su muerte y resurrección. Me refiero a Pedro Cuartango. Curioso que sea un hombre que busca y aún no encuentra, que siente la angustia del vivir y anhela una respuesta que no llega, el que comprenda tan certeramente algo que incluso no pocos cristianos banalizan. Creo que Cuartango es de los pocos, en los medios, que han entendido de qué iba este viaje.
En su columna confiesa con sencillez que él no alcanza a creer en la resurrección, y reconoce la angustia que le provoca su experiencia de la vulnerabilidad y la contingencia, subrayada por una reciente estancia en un hospital, donde el dolor del que ha sido testigo le ha dejado “aturdido”. Poca gente se expone hoy con esta autenticidad. Cuartango dice que no puede creer, y sin embargo se mantiene atento a la vida de la fe, a su propuesta y a su presencia en el mundo. Lo demuestra continuamente en sus artículos. Eso me hace pensar en algo que decía Benedicto XVI: que la duda y la búsqueda del no creyente no pueden cancelar el interrogante y el anuncio que supone la fe, tienen que medirse con ellos; y, por otra parte, el creyente tiene que hacer cuentas con la lucha del agnóstico, con sus preguntas. Y así ambos se buscan y pueden mirarse con simpatía, como me pasa a mí con Cuartango.
Al final, con el máximo respeto y humildad, me queda decir que ese Jesús que él no deja de mirar con el rabillo del ojo, vino para asumir la angustia y el deseo de vivir de cada hombre y mujer, para darle sentido y cumplimiento. Y que sigue presente hoy, ofreciéndose y esperando… el tiempo que haga falta.