La fe alumbra y sirve a la ciudad

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Director Editorial COPE

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 11:56

El cardenal Ricardo Blázquez ha recibido este sábado el homenaje de la ciudad de Valladolid, cuyo ayuntamiento le ha declarado Hijo Adoptivo. No falta mucho para que don Ricardo deje la responsabilidad de guiar esa diócesis castellana a la que se ha entregado durante los últimos doce años de su vida, y en cuya catedral, como él mismo ha dicho, desea ser enterrado un día, para sellar un lazo que ya es para siempre. No está escrito que la gratitud y el reconocimiento marquen la culminación de una trayectoria en esta tierra… y es verdad que lo que cuenta es el juicio de Dios (que es misericordia). Pero es hermoso cuando sucede como en este caso.

El alcalde, Oscar Puente, reconoció que el cardenal es un hombre sencillo, tranquilo y cercano… pero es al mismo tiempo un hombre importante, el cuarto cardenal de la historia de Valladolid, dos veces presidente de la CEE… Todo esto nos habla de una densidad de vida y de servicio que Don Ricardo ha ejercido hablando “bajito y pausado”, como dijo también el alcalde, pero siempre con profundidad y sin otro horizonte que la predicación del Evangelio.

La ciudad y la Iglesia no se confunden, pero se entrelazan y fecundan mutuamente. “He sido obispo para vosotros y soy vallisoletano con vosotros”, respondió emocionado Don Ricardo, que entiende el título de “Hijo adoptivo” como una manifestación de estima por la presencia de lo religioso en la ciudad, como reconocimiento ciudadano y signo de aprecio de la Administración por la contribución de la Iglesia al bien común. Al final de su discurso, el cardenal hizo una síntesis de lo que significa la verdadera laicidad: a nadie se le puede imponer la fe, pero su beneficio es perceptible cuando se despliega auténticamente en las personas y en su convivencia. La fe es libre por definición, pero nunca es irrelevante.