Frente al miedo y la desesperanza

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Burkina Faso es un país de la franja del Sahel donde a la pobreza endémica se suma ahora el zarpazo del yihadismo. Por eso me ha llamado la atención que la Iglesia en este país, lejos de replegarse, acabe de abrir una Universidad bajo la bella advocación de Nuestra Señora de África, en la periferia de Uagadugú, la capital. En lugar de dejarse atenazar por el miedo o de sucumbir a la desesperanza, esta Iglesia que no anda sobrada de recursos apuesta por la educación, para que surja una nueva generación de jóvenes emprendedores, capaces de trabajar por la transformación del continente. En su carta de presentación, esta universidad católica, la séptima en este país africano, se propone aunar la profesionalidad, la ética y la enseñanza de la Iglesia. Además, la falta de medios económicos no será un obstáculo para matricularse, según sus responsables.

Es significativo que cada una de las tres facultades con las que cuenta la universidad lleve el nombre de un misionero que ha dejado huella en el país. La de Artes y Oficios, que formará en Ingeniería Civil, Edificación y Obras Públicas, está dedicada a Joanny Thévénoud, misionero de los Padres Blancos y primer obispo del entonces vicariato apostólico de Uagadugú. La de Desarrollo Rural al padre Antonio César Fernández, el salesiano español asesinado hace tres años tras una vida entera dedicada a la misión en África. Y la Escuela de Gobernanza Ética, que formará en administración y gobierno de instituciones, lleva el nombre del cardenal Paul Zoungrana, el primer purpurado en la historia de Burkina Faso.

Son nombres que hablan de una historia de fe y de sacrificio: de un pasado que es raíz del árbol que florece ahora, y que planta cara a la violencia y al pesimismo. Y es que sólo apuesta por el futuro quien tiene una certeza indestructible en el presente.