Acoso a la Iglesia en Nicaragua
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Durante la pasada Semana Santa el Gobierno nicaragüense prohibió las procesiones y pudimos ver incluso insólitas imágenes de guardias persiguiendo a los nazarenos que no querían renunciar a esta expresión popular de la fe. Y esto, en un país donde la religiosidad popular forma parte del alma más profunda de la nación, como sucede en toda la América hispana.
A pesar de la persecución los fieles han llenado los templos. La catedral de Managua acogió el Viernes Santo a miles de católicos que se congregaron en las afueras para participar en el tradicional Vía Crucis. En los últimos meses la persecución arrecia: la orden de las Misioneras de la Caridad, que introdujo en el país la propia Madre Teresa de Calcuta, ha sido expulsada, y lo mismo ha sucedió con las monjas trapenses. En febrero el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, fue condenado por jueces controlados por el Gobierno a 26 años de prisión, por delitos considerados de «traición a la patria». La condena fue dictada un día después de que el obispo rechazara subir a un avión que lo iba a llevar a EEUU, junto con otros 222 excarcelados políticos nicaragüenses.
Daniel Ortega y su mujer, Rosario Murillo, se han convertido en una especie de predicadores fantoche que, desde su púlpito, atacan rabiosamente a una Iglesia que no cede. Y ahí está la clave: tras anular a los partidos de oposición, silenciar a la prensa, expulsar a los intelectuales y someter a los empresarios, la Iglesia católica, que siempre ha buscado el diálogo y la mediación, es hoy la única realidad en pie que se opone, con su propia existencia, a lo que es ya una dictadura despiadada. En nuestra Línea Editorial hemos subrayado el llamativo silencio, casi unánime, de la izquierda latinoamericana agrupada en el llamado “Grupo de Puebla”. Ortega y Murillo están haciendo mucho daño, pero un día serán vistos como mamarrachos históricos. La Iglesia, con su sufrimiento, su cercanía al pueblo y su compromiso con la verdad está sosteniendo el futuro de la nación.