La historia de Mateo y Elvira: dos mundos distintos pero el mismo espíritu misionero
Este domingo se celebra el día de la infancia Misionera. Gracias a las aportaciones que se reciben en esta jornada los misioneros ayudan cada año a más de 4 millones de niños
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Este próximo domingo se celebra la Jornada de la Infancia Misionera que organiza Obras Misionales Pontificias. Gracias a las aportaciones que en este día se realizan en todo el mundo, los misioneros pueden ayudar cada año a más de 4 millones de niños que lo necesitan en 120 países.
Hablamos de más de 2.500 proyectos de educación, de ayuda sanitaria y también de evangelización por todo el planeta sobre todo en lugares donde existe mucha pobreza y exclusión.
Los protagonistas de esta jornada son los niños de todo el mundo. Es una campaña en la que también se busca que ellos conozcan el trabajo que hacen los misioneros y que ellos mismos lleguen a tener ese espíritu de misión. Porque hay que recordar que todos estamos llamados a ser misioneros en nuestro entorno y en nuestro día a día.
Hoy en nuestro estudio de Mediodía COPE nos acompañan dos misioneros. Uno de ellos es un niño. Se llama Mateo Méndez y tiene 12 años. Él es de Madrid va al colegio pero asegura que es eso, un auténtico misionero: “Hay una línea entre ser bueno y ser misionero. Esa linea la marca el ser católico. Puedes ser bueno y no creer. Para ser misionero eres bueno y crees y esa es la línea que yo he elegido. Me considero misionero por muchas experiencias que he tenido ya. Hago de monaguillo, paso el Domund por la calle. Se puede ser misionero rezando, yendo a misa y siendo un chico católico. Todo lo que esté en tu mano tienes que hacerlo. Hacemos campañas y mercadillos solidarios. Cuanto más hagas para ayudar a la gente, mejor”.
También nos acompaña Elvira Pillado ella es hermana religiosa de Jesús – María. Y es misionera en Tánger. Allí junto al resto de tu congregación tenéis una guardería a la que cada año van 100 niños de 3 a 5 años. También tenéis abierta una casa de acogida para 9 niñas que se encuentran en situación de exclusión. Elvira nos ha contado en que consiste esa labor: “Para mi ser misionera es seguir a Jesús que fue el primer misionero. En la medida que vives como él eres misionero. Lo más importante es ofrecer en su propia tierra oportunidades de educación y de crecimiento, que puedan tener un lugar seguro en el que sentirse acogidos y con los recursos necesarios. Cada año en la guardería matriculamos a 100 niños. En la medida en que podemos admitimos todas las solicitudes que se nos presentan. Son familias con muchas dificultades. Que esta guardería esté abierta hace que los niños cubran sus necesidades”.