Benín, Perú y Ecuador, tres de los más de 1.000 territorios de misión
En el mundo hay 120 millones de niños viviendo en la calle
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El padre José Luis de la Fuente lleva 33 años destinado en África y en la actualidad es el responsable del Centro 'Mamá Margarita', en Cotonú, la ciudad más poblada de Benín, un pequeño país africano que se encuentra en el Golfo de Guinea, a orillas del Océano Atlántico entre Togo y Nigeria. Se calcula que en el mundo hay 120 millones de niños viviendo en la calle, niños vulnerables que son susceptibles de caer en las drogas, en la delincuencia o de ser víctimas de cualquier tipo de abuso. Los misioneros salesianos trabajan en 134 países para luchar contra esta realidad y dar una oportunidad a los más jóvenes a través de programas de integración y de educación. En este país, Benín, hay 13 millones de habitantes, como en Andalucía y la Comunidad Valenciana juntas. Casi la mitad de ellos son menores de 18 años y (precisamente) Cotonú es la ciudad más poblada y donde más niños viven en la calle. Solo en la casa de acogida que tienen los salesianos en Cotonú, duermen entre 70 y 100 niños de la calle cada noche. Llegan sobre todo del Mercado de Dantokpa, el más grande de toda África Occidental. Los misioneros del Centro 'Mamá Margarita', como José Luis, se acercan a los que acaban de caer en esta situación (muchos de ellos abandonados por sus padres) e intentan encontrar para ellos una familia de acogida.
Benín
Los salesianos tienen seis comunidades en todo el país que se dedican a proteger a los niños y jóvenes de diferentes formas. En el norte de Benín, por ejemplo, acogen a los que son víctimas del tráfico de personas. En el sur, están dedicados principalmente a la formación profesional. En el barrio en el que trabaja el padre José Luis de la Fuente, el principal problema son los jóvenes que viven en las calles. Es cierto que algunos sí van a clase (bien bachillerato o una carrera en la universidad), pero pasan su tiempo libre en las calles para conseguir el dinero que necesitan para pagarse esos estudios. En el Centro de escucha 'Mamá Margarita', los salesianos hacen de puente para que estos jóvenes puedan ser atendidos por psicólogos y asistentes sociales y se planteen la posibilidad de acabar sus estudios. Pero José Luis asegura que no lo tienen fácil a la hora de convencerlos. En Benín apenas hay ofertas de empleo para los que tienen estudios universitarios, por eso los salesianos regentan las dos escuelas de formación profesional mejor valoradas del país, porque los que saben de electricidad, energías renovables, informática, soldadura... encuentran trabajo casi siempre. Si no en el propio país, sí en el extranjero. Una opción (la de emigrar) que les resulta muy llamativa porque, gracias a Internet, están muy familiarizados con las culturas de los países desarrollados. Para ello, los misioneros salesianos también tienen en Benín una escuela para que los jóvenes que no han ido al colegio o que lo dejaron pronto, puedan acabar sus estudios.
Perú
Cruzamos el charco y nos vamos a Perú, el país que más misioneros españoles tiene, unos 600. Allí vive Alfonso Tapia, un sacerdote que conoció la misión durante un voluntariado y se dio cuenta de que aquello era lo que Dios quería para él. Pese al acento, que puede despistar, Alfonso es de Burgos. Desde el primer momento tuvo como referente a otro misionero español, el jesuita Carlos Echávarri, que falleció hace casi 30 años en Arequipa, la ciudad más poblada de Perú. Allí trabajó durante 27 años al servicio de los más necesitados. Alfonso lleva a cabo su labor en la selva peruana, donde prácticamente no hay carreteras, y las que hay está en tan malas condiciones que tienen que llevar el coche al taller frecuentemente. De hecho, en la llamada “selva baja” no solo no tienen carreteras, sino que es preferible hacer los trayectos en canoa por el río. En su Vicariato hay solo 45 sacerdotes. Entre todos tienen que ocuparse de las parroquias que se encuentran en lo más profundo de la selva peruana, a las que acuden las poblaciones nativas. En concreto Alfonso se encarga de un colegio de Educación Secundaria con residencia, al que van chicos y chicas de entre 12 y 19 años.
Ecuador
Te cuento la historia de otro misionero, un sacerdote español que lleva desde 2010 en el norte de Ecuador. Se llama Amando López Moyano y los dos primeros años los pasó en la provincia de Manabí. Desde entonces ha desarrollado su labor en Viche, donde está a cargo de 64 comunidades. En Ecuador se ha sentido en casa desde el día que llegó. Amando López es uno de los 157 sacerdotes diocesanos que tiene la OCSHA en Latinoamerica y Estados Unidos. Pertenece a la diócesis de Albacete, aunque estudió en Ciudad Real, y hace 13 años que llegó a esta zona de Ecuador. En esta zona de Ecuador apenas hay hambre, porque los vecinos viven de sus propios cultivos, pero SÍ tienen carencias económicas que les hace difícil acceder, por ejemplo, a los servicios de un médico. Cuando tienen un problema de salud, lo más normal es que acudan a curanderos y remedios caseros, pero no siempre funcionan. Una de las cosas más peligrosas que te puede pasar en esta zona de Ecuador es que te pique una culebra. Su veneno es mortal y solo puedes sobrevivir si te llegas rápido a un centro de salud. El problema es que no hay carreteras, sino caminos de tierra que se embarran con facilidad. Por eso, el medio de transporte más habitual es la canoa, aunque cuando los ríos están demasiado crecidos, tienen que montar en mula. Cuando los caminos están secos, Amando suele utilizar su coche... que está ya un poco viejo. El otro día, sin ir más lejos, se le cayó el motor, pero está aprendiendo a repararlo él mismo. La principal labor que realiza es la de evangelizar a las poblaciones locales y para ello se ayuda de dos tipos de voluntarios: los catequistas y los “guías”, una figura que se encarga de la formación cristiana de su comunidad.