Trump y el fantasma de Alcatraz: ¿por qué quiere reabrir la prisión más famosa de EE.UU. si hay otras de mayor seguridad?

La medida, cargada de simbolismo y controversia, llega en medio de fuertes críticas por recientes escándalos, según explica David Alandete

Lorena Costa

Publicado el

3 min lectura

Donald Trump ha vuelto a captar la atención pública, esta vez con un anuncio tan impactante como simbólico: reabrir la cárcel de Alcatraz, cerrada desde 1963, para alojar a los delincuentes más peligrosos de Estados Unidos.

Sorprendía con una doble polémica este fin de semana: la publicación de una imagen generada por inteligencia artificial donde aparece vestido como el Papa —difundida por los canales oficiales de la Casa Blanca— y la propuesta de reabrir la histórica prisión de Alcatraz.

“Claramente quiso borrar todo lo demás con esta propuesta de recuperar Alcatraz como una prisión para estadounidenses acusados de graves delitos”, comentó David Alandete, corresponsal de COPE en Washington, en el programa La Tarde.

El anuncio, que según Alandete responde tanto a una convicción personal como a una estrategia de distracción, se suma a una serie de medidas que Trump ha defendido en su retorno a la presidencia. Entre ellas, endurecer las políticas migratorias y reactivar prisiones emblemáticas o de alto impacto mediático.

De guantánamo al cecot

Alandete explicó que la búsqueda de “sitios que pudieran despertar más temor entre los detenidos” comenzó con Guantánamo, donde Trump intentó ampliar la capacidad a 30.000 camas, pero desistió por el coste y las implicaciones diplomáticas. Luego vino el CECOT, la temida prisión salvadoreña, donde incluso sugirió enviar delincuentes estadounidenses.

“Cuando recibió al presidente de El Salvador, Bukele, le preguntó si podrían enviar estadounidenses allí. El episodio desató un escándalo y desembocó en la propuesta de reabrir Alcatraz, la cárcel más famosa de EE.UU.

alcatraz, entre la leyenda y la logística

La reapertura de Alcatraz plantea serias dudas legales y logísticas. “En este momento es un museo”, recordó Alandete. “Coges un ferry desde Sausalito, te lleva, y puedes ver esta cárcel tan temida de la que hubo 16 intentos de fuga y solo uno queda irresuelto”.

Más allá del atractivo histórico —con reclusos legendarios como Al Capone y películas como Fuga de Alcatraz grabadas en la memoria colectiva—, el mantenimiento del penal representa un enorme desafío. “Reabrirlo significaría reacondicionarlo y un gasto enorme solo para jugar con la simbología”, señaló el corresponsal. “Trump quiere la imagen: Trump reabre la prisión de Alcatraz”.

Además, recordó que ya existen prisiones más modernas y seguras: “Hay una en Kansas, custodiada por el ejército, mucho más eficaz”.

El coste de la nostalgia carcelaria

El cierre de Alcatraz en 1963 obedeció, sobre todo, a razones económicas. Su mantenimiento costaba entre tres y cinco millones de dólares al año, casi tres veces más que cualquier otra prisión federal. La insularidad, el clima hostil y la dificultad de reacción ante emergencias complicaban aún más su operación.

“Había opciones muchísimo más baratas en otros sitios. Puedes poner una cárcel en medio de la nada, en Kansas o Oklahoma, y el Buró Federal de Prisiones hace un excelente trabajo”, añadió Alandete.

La imagen de Trump vestido de papa, generada por IA, y sus recientes declaraciones asegurando que no sabe si su deber es aplicar la Constitución han generado alarma en EE.UU. “Aquí ha suscitado un enorme revuelo y una enorme insatisfacción”, afirmó el corresponsal, aludiendo especialmente al malestar de la comunidad católica.

Zalández fue tajante sobre la procedencia de la imagen: “100%, ha salido de la Casa Blanca. Fue publicada por las redes oficiales”.

alcatraz, un símbolo que revive con la polémica 

La propuesta de Trump se presenta como un gesto de fuerza y nostalgia, más que como una solución efectiva al crimen violento. Para muchos, evoca una época dura, incluso brutal, del sistema penitenciario estadounidense. “Es un símbolo de cómo el sistema carcelario está pensado para penalizar, pero no para rehabilitar”, concluyó Zalández.

Reabrir Alcatraz, en definitiva, parece menos una política penal seria y más un espectáculo de alto impacto, marca registrada de Trump