El pueblo de Córdoba que alberga el único cementerio nuclear que hay en España: más de 200 camiones que llegan cada año

Ubicado cerca del parque natural de la Sierra de Hornachuelos, El Cabril comenzó a recibir residuos radiactivos durante el franquismo

Lorena Costa

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No hay personas muertas en El Cabril. No es un cementerio, es un almacén”, afirma tajante Alfredo García, operador nuclear en la central de Ascó. Así se refirió a uno de los lugares más vigilados y controvertidos del país: el almacén de residuos radiactivos de El Cabril, en Córdoba. A pesar de que coloquialmente se le conoce como "cementerio nuclear", este centro es, según los expertos, una instalación clave para la seguridad radiológica en España. En el programa La Tarde, se ha desgranado el presente y futuro de esta infraestructura única.

uNA INSTALACIÓN AL LÍMITE DE SU CAPACIDAD

Ubicado cerca del parque natural de la Sierra de Hornachuelos, El Cabril comenzó a recibir residuos radiactivos durante el franquismo y hoy sigue siendo el único punto en el país donde se almacenan residuos de baja y media intensidad. Allí llegan cada año cerca de 200 camiones procedentes no solo de centrales nucleares, sino también de hospitales, centros de investigación y empresas industriales.

Actualmente, El Cabril está al 83% de su capacidad. Eva Noguero, directora del centro, explicó que ya se proyecta su ampliación con nuevas celdas de almacenamiento: “El objetivo sería iniciar las obras en el primer semestre del 2026 y tener las primeras 12 celdas disponibles hacia finales de 2029 o 2030”, señaló.

rADIACIÓN BAJO CONTROL

Sobre la seguridad de este tipo de instalaciones, Alfredo García detalló: “Se cumple con todos los estándares internacionales de seguridad radiológica. Se hace vigilancia ambiental constante: se analizan aire, agua, alimentos y plantas del entorno mediante laboratorios independientes auditados por el Consejo de Seguridad Nuclear”. Añadió que, aunque han existido noticias sobre posibles filtraciones de agua, “los residuos están compactados con hormigón, lo que impide que haya riesgos radiológicos aunque entre agua”.

ENRESA

Proceso de almacenamiento de residuos radiactivos de muy baja actividad

rADIACIÓN BAJO CONTROL

Sobre la seguridad de este tipo de instalaciones, Alfredo García dijo que:  “Se cumple con todos los estándares internacionales de seguridad radiológica. Se hace vigilancia ambiental constante: se analizan aire, agua, alimentos y plantas del entorno mediante laboratorios independientes auditados por el Consejo de Seguridad Nuclear”. Añadió que, aunque han existido noticias sobre posibles filtraciones de agua, “los residuos están compactados con hormigón, lo que impide que haya riesgos radiológicos aunque entre agua”.  

La situación de El Cabril se vuelve aún más relevante ante el plan del Gobierno de cerrar todas las centrales nucleares antes de 2035. Ya han comenzado a llegar residuos del desmantelamiento de la central de Zorita, cerrada en 2006, o de Garoña, clausurada en 2013. Sin embargo, el desmantelamiento es un proceso largo. “Desde que se cierra una central, pasan tres años hasta que Enresa se hace cargo del desmantelamiento, que puede durar alrededor de diez años, dependiendo del diseño de la planta”, explicó García. El objetivo, afirma, es que el terreno quede “en las mismas

LOS RESIDUOS MÁS PELIGROSOS

Mientras que El Cabril solo acoge residuos de baja y media actividad, los residuos altamente radiactivos —como los que contienen uranio— permanecen en las propias centrales. Según García, esto se debe a que España carece de un almacén centralizado, algo habitual en otros países europeos.

“En 2006 se propuso construir uno en Villar de Cañas, Cuenca, con el apoyo del municipio, pero se frustró por oposición política regional”, lamentó. El resultado: el Gobierno optó por ocho almacenes descentralizados, uno por emplazamiento nuclear. “Eso supone un sobrecoste de 3.500 millones de euros”, criticó García, “y los propietarios de las centrales no están dispuestos a asumirlo porque el acuerdo de cierre establecía un único almacén centralizado”.

ENRESA

Vista general de la plataforma norte de El Cabril

La energía nuclear: ¿demonizada o sostenible?

En el contexto de apagones y crisis energética, García también hizo una reflexión sobre el papel de la energía nuclear en España: “La UE ya la ha reconocido como energía sostenible. Es tan necesaria como las renovables para alcanzar los objetivos climáticos”. Y lanzó una advertencia: “Cerrar las nucleares implicará más gas, más carbón y más emisiones. Es una decisión que muchos, como Alemania, ya están empezando a lamentar”.

Mientras tanto, El Cabril sigue siendo el destino final de una parte fundamental del legado nuclear español. Aunque no tenga lápidas, guarda los restos de una era energética que, lejos de desaparecer, sigue generando debate.

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