"Ni en sus peores sueños pudo imaginar Sarkozy que entraría en el penal más famoso del país. En esos muros levantados sobre un antiguo mercado de carbón, cumplirá condena todo un expresidente de la República"

La comunicadora de 'La Tarde' analiza la condena a la que se enfrenta el expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy, que hoy abandonaba su domicilio para entrar en la cárcel

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Es sin duda una de las imágenes de este día. Agarrados de la mano, Carla Bruni y Nicolás Sarkozy salían de su casa y recorrían unos metros hasta el lugar donde esperaba un coche policial camuflado. En la calle se agolpaban seguidores del expresidente de la República Francesa, muchos con lágrimas en los ojos. Algunos seguidores con carteles con el rostro del mandatario y el eslogan "una Francia fuerte", el mismo con el que Sarkozy ganó las elecciones presidenciales. Y todos coreando la Marsellesa, el himno nacional y apoyando con sus gritos a un hombre que daba su último paseo en libertad.

Sarkozy se ha despedido de su mujer con un beso y ha entrado en el coche policial que le ha llevado directamente a la prisión de la Santé, la mayor de Francia en París. Lo de entrar en coche es un privilegio que han permitido a un expresidente porque allí generalmente todos los presos entran a pie. Estará aislado del resto de reclusos y su abogado pedirá pronto la libertad.

Sarkozy tiene 70 años, y su edad le va a permitir no cumplir íntegra la condena. Entra a la cárcel con una condena firme de 5 años porque quedó demostrado judicialmente que el dictador libio Gadafi financió su campaña electoral en 2007, la campaña que le llevó a la presidencia del país. Es el final del camino para un político con una agenda judicial intensa. Tiene tres condenas, una en firme.

Sarkozy está siendo investigado en asuntos dispares, desde el cobro de sobornos en la adjudicación del Mundial de Fútbol de 2022 a Qatar hasta el cobro de medio millón de euros de un lobby ruso.

Como todo político amortizado por la corrupción, ha tirado de victimismo antes de entrar en prisión "No es un expresidente de la República quien está siendo encarcelado esta mañana, sino un hombre inocente" ha escrito en sus redes sociales.

Según Sarkozy, es Francia la que se siente humillada por esta venganza que ha generado un odio sin precedentes. De nuevo, lo hemos visto en otros casos, esa manía de envolverse en la bandera para confundir tus problemas personales con el orgullo de toda una nación.

Los franceses, que todavía no se han recuperado del shock que sufrieron este domingo por el robo a plena luz del día en el Museo del Louvre —todo un símbolo del país—, han desayunado esta vez con la imagen de un expresidente de la República entrando en prisión. Esto es demasiado para una Francia en decadencia con una crisis política y social de muy difícil solución.

Pero si algo demuestra el caso de Sarkozy, es que la justicia siempre acaba llegando. Ni en sus peores sueños pudo imaginar  Sarkozy que entraría en el penal más famoso del país.

Construida a finales del siglo XIX. Los nazis llenaron esta cárcel con los opositores a la Francia ocupada en la Segunda Guerra Mundial. Por primera vez, en esos muros levantados sobre un antiguo mercado de carbón, cumplirá condena todo un expresidente de la República.