"Hace solo dos meses, el gobierno italiano activó la caza y captura de falsos jubilados en España. Detectaron varios casos de pensionistas italianos que fijaban residencia en nuestro país, morían y sus familiares seguían cobrando la pensión"

La comunicadora de 'La Tarde' analiza el caso de un italiano que, durante años, ha estado disfrazándose de su madre para cobrar su pensión

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Nuestro protagonista probablemente encontró en el cine un punto de inspiración para el papel que cada mes interpretaba con solvencia. Quizás quiso imitar las maneras delicadas de la señora Doubtfire. Ya sabes la historia de un hombre divorciado que decide disfrazarse de mujer para ser contratado como canguro de sus hijos para poder estar con ellos. Una historia a la que dio vida magistralmente Robin Williams.

O a lo mejor se basó en Dustin Hoffman cuando dio vida en Tootsie a una mujer que, bueno, dio vida realmente a un actor en horas bajas que decide disfrazarse de mujer para poder seguir trabajando.

 Bien pensado, quizás esta historia tenga menos arte y más caradura o responda al tópico de la picaresca italiana. Nuestro protagonista, un hombre de 57 años, a lo mejor lloró con sinceridad cuando murió su madre Graziela en su casa de Borgo Virgilio, un pequeño pueblo en Lombardía, al norte de Italia. O quizás y tirando de refranero pensó, "El muerto al hoyo y el vivo al bollo". El caso es que nuestro protagonista decidió ocultar el cadáver de su madre en su casa. Y cada mes se vestía con la ropa de ella y cuidaba todos los detalles. Se ponía una peluca lo más parecido posible al pelo que tenía ella. Imitaba el maquillaje, se ponía los mismos pendientes y a continuación acudía a una oficina bancaria para interpretar su papel. Breve, pero efectivo, porque terminaba cobrando la pensión de su difunta madre. Así, mes tras mes, se calcula que se embolsó hasta 50.000 €.

Todo iba bien hasta que llegó un papel especial para nuestro protagonista. Tenía que acudir al Registro Civil del Ayuntamiento del Pueblo para renovar el carnet de identidad de su madre. No sabemos si la funcionaria municipal que le atendió era aficionada al cine, pero vio algo raro. Algo no le convenció. Miraba una y otra vez la fotografía de la señora y algo no le cuadraba con la persona que tenía justo delante. El cuello quizá demasiado robusto, la voz muy grave, unas manos quizá demasiado grandes, en definitiva, unos cuantos detalles que no casaban con una anciana de 80 años

En lugar de descubrirlo allí mismo, optó por convocar a esa persona. Pasados unos días, con la excusa de que le faltaba algún papel y avisó a sus jefes con la sospecha de que estaban delante de un estafador. Cuando nuestro protagonista volvió disfrazado de su madre la segunda vez, hasta el alcalde del pueblo estaba ya enterado y la policía local estaba esperando.

Los psiquiatras determinarán el estado mental de este hombre que ya en prisión se enfrenta a la acusación de fraude, suplantación de personalidad y ocultamiento de cadáver. La autopsia al cuerpo de Graziela determinará el momento del fallecimiento y las causas de la muerte que se presume que llegó por causas naturales. Un guion picaresco interpretado por un actor mediocre. Esta película, desde luego, no pasará la historia, pero alimenta un asunto, el fraude con las pensiones, que preocupa especialmente en ese país. En Italia, hace solo dos meses, el gobierno italiano activó la caza y captura de falsos jubilados en España. Detectaron varios casos de pensionistas italianos que fijaban residencia en nuestro país. Morían y sus familiares seguían cobrando la pensión. En este caso, sin necesidad de disfrazarse.