"Tres años y medio después Ucrania, que es el país invadido, corre el riesgo de que su guerra deje de doler al mundo"
Israel Remuiñán analiza en La Tarde una noche negra que ha dejado al menos 18 muertos en un megaataque de Rusia a Ucrania
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Esta madrugada Rusia ha lanzado sobre Kiev uno de los peores ataques en lo que va de guerra y eso es mucho decir, tres años y medio después de empezar la invasión. Oleadas de cerca de 600 drones y más de 30 misiles sobre la capital ucraniana que han dejado al menos 18 muertos y 45 heridos. El ataque también ha dañado la sede de la Unión Europea en Kiev. Como te digo, al menos 18 muertos y 45 heridos en un ataque masivo. Entre las víctimas también hay niños. Este es el sonido de los servicios de emergencia buscando supervivientes en una residencia arrasada.
Han tenido que trabajar entre edificios en ruinas, coches calcinados, en un ataque que también ha dañado la delegación de la Unión Europea en Kiev y el British Council. De hecho, Antonio Costa, el presidente del Consejo Europeo, ha puesto un tuit con una imagen en la que se ve, pues, varias oficinas destrozadas. No es la primera vez que Rusia ataca la sede de la Unión Europea en Ucrania, pasa hace dos semanas. También es imposible pensar que no es un mensaje cuando Europa es la única que ha mostrado su apoyo incondicional al país invadido, a Ucrania, desde el primer momento estaba ahí la Unión Europea.
Como te digo, 18 muertos, pero pudo ser peor porque los sistemas de defensa ucranianos consiguieron derribar la mayoría de los drones y también parar los misiles. Pudo ser una masacre más grande. Esto es la respuesta del Kremlin de Estados Unidos de alcanzar la paz. Es lo que ha dicho el presidente ucraniano Volodímir Zelenski. Esta es la última herida, pero solo es la continuación de una guerra que deja cicatrices muy profundas.
Fíjate, desde febrero de 2022, la ONU ha verificado más de 12.600 civiles muertos y casi 30.000 heridos. El mes pasado, de hecho, julio, fue el más sangriento desde que arrancó el conflicto. El más sangriento, o sea, no va mejor. 286 muertos en solo un mes, el más sangriento. De hecho, hay más cifras del conflicto que pasan desapercibidas, pero son tremendas. La guerra ha dejado casi 7 millones de refugiados y más de 3 millones y medio de desplazados internos. En total, más de 10 millones de personas que en los últimos tres años, tres años y medio, han tenido que dejar su casa, sus cosas, sus recuerdos, algunos despedirse de su familia.
Como te digo, nuevo ataque sobre Kiev esta madrugada y julio fue el mes más sangriento mientras se intenta alcanzar la paz. Ha habido rondas diplomáticas en Riad, en Londres, en Washington, porque la comunidad internacional, porque los países implicados, porque Rusia y Ucrania, saben que la situación no va hacia ninguna parte. Parece imposible que alguien gane la guerra y esto lleva a hablar de la cronificación del conflicto. La Unión Europea ha anunciado más sanciones. Estados Unidos presiona para negociar después de la reunión entre Trump y Putin. Pero los acuerdos concretos no llegan. Y sobre todo, esa reunión entre Putin y Zelenski, esa que parecía cercana, ese cara a cara del que se hablaba después de las reuniones en Washington, ahora parece alejarse de nuevo.
Si para ti, para mí, esto es agotador. Si para nosotros es desesperante hablar de Ucrania, de este conflicto que parece eterno, imagínate para aquellos que se han acostumbrado, lamentablemente, a vivir entre el sonido de las sirenas antiaéreas y refugiándose en las paradas de metro. Y es que este es el gran riesgo, que esta guerra sea crónica, que no se vea como una emergencia, sino como una rutina, que los muertos sean solo cifras que van engordando y ya no lo veamos como una tragedia.
Como familias que se rompen, jóvenes que con 18, 19, 20 años, tuvieron que ir al frente obligados y ya no han vuelto a casa. Hemos asumido lo insoportable como algo normal. 18 muertos esta noche, 45 heridos en un megaataque de Rusia en Kiev. Tres años y medio después, Ucrania, que es el país invadido, no el invasor, el país invadido, corre el riesgo de que su guerra deje de doler al mundo.