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"Cualquier adolescente con características no normativas o diferentes es más vulnerable a sufrir discriminación"
Clara González Sanguino, doctora en Psicología Clínica, es una de las autoras del estudio 'La estigmatización y la discriminación como factores de vulnerabilidad en la adolescencia'.
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Cada día, en algún rincón de un aula, en un pasillo o en el patio de un colegio español, un adolescente es rechazado, señalado o insultado. No por lo que ha hecho, sino por lo que es. Un 54,3% de los chicos y chicas de entre 12 y 16 años han sido testigos de estas escenas.
No se las cuentan adultos. Las ven ellos. Las viven. Saben, por ejemplo, lo que significa que a un compañero no le dejen jugar “por ser marroquí”, que se rían de un chico “por ser gordo” o que ignoren a otro “por tener una discapacidad”. Este tipo de situaciones no son anecdóticas. Se repiten. Se cronifican. Y tienen un nombre: discriminación.
"Cualquier adolescente con características no normativas o diferentes es más vulnerable a sufrir discriminación y esto de ser diferente puede ser desde pertenecer a grupos racializados, a tener un género o una orientación sexual diferente, a tener un aspecto físico diferente o incluso características psicológicas diferentes", cuenta en 'La Tarde' Clara González Sanguino, doctora en Psicología Clínica y una de las autoras del estudio La estigmatización y la discriminación como factores de vulnerabilidad en la adolescencia.
Los resultados de este estudio, elaborado por el Observatorio Social de la Fundación La Caixa y liderado por investigadores de la Universidad de Valladolid, nacen de la voz directa de mil adolescentes de toda España y describe también de dónde puede venir esa discriminación. Lo más frecuente es que sea ejercida por otros pares, es decir, por otros adolescentes: hasta en un 70% de los casos. Sin embargo, destaca Clara que existen otros orígenes, ejercidos por desconocidos o incluso parte del profesorado: "Sería un 8%, que es un porcentaje pequeño pero realmente preocupante, porque el profesorado no debería de ejercer nada. Luego a nivel de familia es un 1%".
Según este informe, la escuela no siempre es el lugar seguro que debería. En muchos casos, es el escenario de burlas y exclusiones. En uno de cada cuatro casos, los propios adolescentes no saben siquiera por qué ocurre. Solo saben que ocurre y las consecuencias son devastadoras a corto y medio plazo: "Encontramos efectos negativos, por ejemplo, en la autoestima, en sentimientos de soledad, a nivel de aislamiento y evitación, incluso en la motivación escolar", indica Clara.
Hay que tener en cuenta, además, que la adolescencia es un periodo vital del desarrollo, crucial para que la persona aprenda a desarrollarse y a establecer las relaciones con los demás, a desarrollar su propia identidad, a establecer valores, prejuicios. Es un periodo muy sensible.
Ser distinto -por salud, discapacidad, situación económica o entorno— sigue siendo motivo de exclusión entre adolescentes. Quienes más conviven con la diferencia suelen ser también los más discriminados, especialmente en grandes ciudades. Además del rechazo, el estudio alerta sobre el estigma: se tiende a ver a estos jóvenes con lástima o como personas de las que es mejor mantenerse lejos. Como resume la investigadora Clara González Sanguino, los más vulnerables no solo enfrentan sus propios retos, sino también el peso del juicio social.