La historia de Sara Serrat, una de las porteras de referencia de la Liga Femenina
Sara trabaja además en la cárcel de Huelva y acaba de lanzar su primer libro “Parando letras”
Madrid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Sara Serrat comenzó a jugar al fútbol con tan solo cinco años. A los trece, ingresó en la cantera del Sporting de Huelva. Hoy, con 23 años, es una de las porteras de referencia de nuestra liga femenina. En su haber tiene una Copa de la Reina con su equipo, fue sub-campeona de Europa Sub-19 y ha disputado varios partidos con la selección absoluta.
En ‘La Tarde’ Sara ha contado que ya desde su etapa escolar era aficionada al deporte rey: “Jugaba en el patio del colegio con los chicos. Entonces solo éramos dos niñas. Ya en el Sporting comencé jugando de lateral, hasta que un día el entrenador me probó como portera, y le gusté. Al día siguiente me hizo una prueba específica y ya me quedé en ese puesto.”
Un puesto que, como reconoce Sandra, es poco agradecido: “Estamos un poco relegados. No tenemos el mismo papel que el delantero. Somos héroe o villano. Tenemos la misión de evitar el gol, y si no lo consigues te responsabilizan a ti. No tiene tanto reconocimiento. Recuerdo que el Mundial que ganamos en Sudáfrica se lo debemos a Casillas, pero nunca optó al Balón de Oro.”
Pero Sara no solo se dedica a competir. Hace dos años creó una escuela de porteros que abarca desde la categoría Pre-Benjamín y hasta Juveniles. Además, desde finales de enero es monitora de deportes en la cárcel de la capital onubense: “La verdad que está siendo una experiencia muy enriquecedora a nivel personal y profesional. Me encargo de dinamizar actividades deportivas, organizamos competiciones de cualquier modalidad, los presos reciben visitas, hacemos masterclass…”
Sara es también una apasionada de la lectura y de la escritura. Por ello, entre viaje y viaje en el autobús, ha escrito el libro “Parando Letras”: “Me da tiempo a todo porque soy un manojo de nervios, además de saber planificarme. La afición a la lectura me la inculcó mi abuelo Pepe antes de que muriera, cuando yo solo tenía nueve años. A partir de ahí, con 12 o 13 años, empecé a escribir. Al principio me daba vergüenza compartir mis relatos, pero luego se me pasó. Es un libro donde narro mis experiencias vitales.”