La foto: "Somos uno más entre las gentes que se suben al autobús, producen, consumen y duermen"

Fernando de Haro elige una imagen del diario La Razón para cerrar el programa

Fernando De Haro

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La foto que me ha llamado la atención la publica hoy La Razón. Es un retrato tomado en los años 40 del pasado siglo en el que aparecen cinco niñas que visten igual. Las niñas llevan una falda con tirantes corta y una camisa de manga larga sin cuello. Las piernas al aire, unos calcetines blancos cortos y unos zapatos negros. Cuando se fija uno en la cara de las cinco niñas se descubre con sorpresa que son la misma, la misma carita redonda, con mofletes carnosos, ojos algo escondidos y nariz chata. Lo único que cambia es el gesto, en unos casos de enfado, en otros de fastidio. Bueno y también cambia el pelo, es el mismo pelo en los cinco casos: melenita algo rizada, pero peinada con ligeras diferencias. Voy de una cara a otra y no ceso de inquietarme por el parecido hasta que leo el pie de página: son las quintillizas de Dionne. Las cinco hijas de Elzire Dionne, nacidas en solo parto en 1934 en Canadá, en una familia modesta. En la foto las niñas están detrás de la reja de un balcón. En los primeros años de su vida fueron exhibidas casi como una curiosidad zoologica. Se les quitó la custodia a los padres y los que debían de velar por su desarrollaron explotaron a las cinco niñas en los años de la dura recesión. Después de enterarme de la historia de las quintillizas las vuelvo a mirar con atención y me parece que rindo homenaje a su vida desgracia identificando lo que hace a cada una diferente. Porque no son exactamente iguales. No debe ser fácil levantarse de la cama y encontrar en el baño o en el pasillo cuatro réplicas casi idénticas de una misma y luchar durante todo el día, mientras una come, asiste al colegio o salta a la comba por no ser reconocida-como-una-mas. Crecer siendo una de las quintillizas supone una severa amenaza para ese deseo que da forma a nuestra modo de andar, de ir al retrete o de colocar la voz: el deseo de ser reconocidos como algo o alguien distinto, único. No debió ser fácil para estas chiquillas. Bueno, como para nosotros, que no somos quintillizos pero que hemos quedado convertidos en gente replicada por el consumo, el mercado, que somos uno más entre las gentes que se suben al autobús, producen, consumen y duermen.