Foto de Fernando de Haro: "Unas esposas de metal, unidas por una cadena de cuatro eslabones"
Fotografía del día de Fernando de Haro
Madrid - Publicado el - Actualizado
2 min lectura
Foto de un hombre esposado, esposado con unas esposas de verdad, como las de las películas, pero de verdad. Unas esposas de metal, unidas por una cadena de cuatro eslabones, con dos aros que se cierran en las muñecas. Unas esposas que solo se abren con una pequeña llave que se guarda en el fondo de ese armario en el que los tienen miedo de las personas libres guardan sus instrumentos de dominación: grilletes, hambre, ostracismo, exilios en infiernos helados y exilios del alma. El hombre de la foto se llama Oleg, Olegario. Olegario posa bajo una luz fría, la luz fría de un tribunal que le ha condenado a dos años de cárcel por escribir un artículo. Oleg tiene el pelo de nardo, un bigote que le da un aspecto travieso y unos ojos pequeños, como de topo, en los que no se adivina ni rabia ni rencor. Oleg viste un jersey de esos que se usaban hace mucho tiempo en España para ir a la montaña o a una casa de campo sin calefacción. Oleg se ha pasado la vida buscando historias de las gentes que sufrieron un poder despiadado, de un poder que mataba y torturaba en nombre de un paraíso que llegaría pronto. Oleg ha escrito ahora contra el nuevo poder que se alimenta de sentimientos sublimes sobre la grandeza de la patria. Oleg es un insensato, un desequilibrado. La gente equilibrada apaga al fuego que les arde dentro de las tripas con una buena mujer, o con dos, o con tres. La gente equilibrada encuentra salida a sus apetitos con un buen puesto en una buena empresa, con la presidencia de la cofradía, con una regalía o con el bastón de hermano mayor. La gente equilibrada está contenta con un sueldo que le permita cenar sushi, y si no le alcanza con una secretaria y un chofer. Pero Oleg es de esos desequilibrados que andan por el mundo dominados por una santa tristeza que no se apaga con nada.