Andreas Phalman, investigador: "Que una ballena azul dé 40 pulsaciones por minuto es muy impactante"

Andreas Phalman ha valorado en La Tarde de COPE el logro de realizar una grabación de la frecuencia cardíaca de una ballena azul.

La Tarde

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 18:20

Puede que sepas el peso total de una ballena azul, quizá conozcas de que se alimenta o si suelen ir más en grupo que por separado... Lo que seguro que no sabes es como es la frecuencia cardíaca del animal más grande del mundo.

Los científicos de la Universidad de Standford en California, han realizado la primera grabación del corazón de una ballena azul, un hecho muy complicado porque se hace en el mar y con un animal no está en reposo, sino que está buceando.

El dispositivo de grabación empleado ha sido el de una colección de sensores electrónicos encerrados en una carcasa de plástico que se ha colocada cerca de la aleta izquierda.

Andreas Phalman, investigador senior de la fundación Oceanografic ha afirmado en La Tarde de COPE: “Es difícil la grabación del corazón de una ballena azul porque hay que desarrollar el equipo, encontrar al animal y después marcarlo en el punto donde es necesario”.

Andreas Phalman: "Es un animal difícil de encontrar y ya no te digo hacer esto en el agua”

Phalman comenta que esto mucho tiempo de trabajo y es muy difícil lo que han hecho. “Las complicaciones están en que es un animal muy grande, es un animal difícil de encontrar y ya no te digo hacer esto en el agua”, explica el investigador.

Andreas ha añadido: “Este estudio es muy importante para los animales, para conocer como funcionan y para poder ayudarlos. De estos animales no sabemos mucho de su biología. Podemos estimar el metabolismo, cuando bucean, cuando se están alimentando... Así podemos hacer predicciones de si el cambio climático está modificando el comportamiento de los animales”.

“El corazón de la ballena da 30-40 pulsaciones por minuto. Esto es mucho para un animal tan grande. No se ha llegado a la conclusión de por qué pasa esto pero yo creo que es por la alimentación, por el coste metabólico que tiene abrir la boca para comer gambas, plancton, etc, finaliza el científico.