La Foto: "Se le olvida todo lo que en su memoria es comercio, venta o alquilaje"

Escucha la Foto del Día de Fernando de Haro.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La foto que me ha llamado la atención la he visto hoy trasteando en Internet. Es la imagen de una playa en la que colores puros juegan bajo las ondas serenas de un mar en calma. El agua tan clara, tan sincera que parece solo un reflejo de luz. En primer plano una arena casi blanca hace surcos bajo olas tímidas. Luego el océano, al alejarse de la orilla va poco a poco, sin que se note, pintándose de celeste tierno, y luego de otros azules, azules mayas, azules Capri. Y más lejos juega con los turquesas y al acercarse al horizonte se convierte la mar en un gran azul Francia sin llegar a ser azul marino. Donde el agua está a punto de desplomarse por la cascada del infinito, el cielo aparece cubierto de algunas nubes algodonadas, nubes modestas, sin pretensiones. Paleta de colores deliciosos, memoria del edén. El viento se ha quedado quieto por no molestar, por no romper el encanto de la escena. Parece una belleza de póster, una belleza de anuncio de agencia de viajes, pero si se deja uno enredar unos segundos en los azules de la imagen se le olvida todo lo que en su memoria es comercio, venta o alquilaje. Tan real es la hermosura de la playa que pronto se asoma la tristeza, esa tristeza que acompaña lo pulcro, lo intachable, lo largamente deseado. Se ve uno bañándose en las aguas primeras de la foto, aguas con la temperatura ideal, con un sol ni demasiado frío y demasiado caliente, con la sal justa. Se ve uno satisfecho, satisfecho en un primer momento y después, segundos después, atrapado en una nueva tristura. Con esa tristura que genera un paisaje incuestionable, un beso cálido, un elogio sincero. Aunque uno tenga universos infinitamente hermosos a sus pies, sabe que tristeza, que ese enredo en azules será su compañera. Nada es suficiente.