La foto: Ya no hay misterios que desvelar detrás del tapabocas

La foto del día de Fernando de Haro.

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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La foto que me ha llamado la atención no tiene nada de especial. O sí. La ha tomado Cristóbal Castro en un bar de Tarrasa. Es un bar de barrio, con el mostrador estrecho, con un grifo de cerveza y con un olor especial. Cuatro clientes se toman un café con leche. Café con leche en vaso, uno más cargado, otra más ligerito, el otro con leche fría y el de más allá con sacarina. Ya se sabe, tantos tipos de café como paladares. Café con leche en vaso que en esa zona es la tradición para cuatro clientes, dos mujeres y dos hombres que sonríen. El camarero viste una camiseta deportiva y gasta una barba con perilla blanca. También sonríe. Y se le ve la sonrisa. Esa es la gracia de la foto, que el camarero no lleva mascarilla. Los clientes se ríen porque por fin han conocido al hombre que les ponía café en vaso todas las mañanas. Llegó hace dos años a la zona. Y siempre había estado embozado, oculta la boca, oculta la nariz, ocultos muchos gestos. Solo le han visto unos ojos vivos en este tiempo. Y, ya digo, acaban de conocerlo. A una de las clientas le parece más feo de lo que creía, el mentón se le antoja demasiado pronunciado. A la otra le parece más guapo, más expresivo, con un atractivo pícaro y a la vez discreto. Los hombres no han hecho consideraciones sobre la guapura o la fuera del camarero. Pero ahora se ríen con más ganas cuando les hace una gracia o cuenta un chiste. Los clientes acaban de conocer al camarero, acaban de conocer su rostro. Ya no hay misterios que desvelar detrás del tapabocas. ¿Seguro? Más bien al contrario, ahora que le han visto la cara completa el enigma ha aumentado. Le ven torcer la boca, mesarse la barba. Pueden describir todos sus rasgos. Pero ahora el misterio ha crecido, el enigma y el secreto que se esconde tras la el semblante del camarero, el enigma que se esconde tras el semblante de todos ha aumentado.