TIEMPO DE SETAS

Ángeles, vecina de la Sierra de Madrid: “Yo ya venía a estos bosques con mi padre a buscar níscalos”

En otoño arranca la temporada de setas en España. El Puente del Pilar es el pistoletazo de salida y nuestros montes se llenan de seteros con cesta y navaja

Beatriz Pérez Otín

Beatriz Pérez Otín Madrid

Tiempo de lectura: 2' Actualizado 11:19

Acaba de llegar el otoño. Asistiemos a la caída de la hoja, al cambio de color de nuestros bosques… mientras todavía disfrutamos, al menos en gran parte de España, de temperaturas agradables, entre los 20-22 grados. Esto hace que sean muchas las personas que se animen este puente del Pilar a salir al monte… y en muchos casos, con su cesta de mimbre y una pequeña navaja para coger setas. Sí, no ha llovido todavía mucho, pero estamos en tiempo de setas.


Por eso quiero compartir contigo, un encuentro en primera persona con una familia de seteros. El pasado fin de semana, yo era una de esas personas que quería respirar aire puro y pasear por el monte en otoño. Había que aprovechar las estupendas temperaturas que nos ha dejado el puente en Madrid, así que fui a la Jarosa, en Guadarrama. Lo primero que me llamó la atención fue la cantidad de aficionados a las setas con los que me topé: familias enteras, amigos, parejas, que se habían lanzado a sus frondosos pinares, para ver qué nos regalaba el bosque…


Te presento a Ángeles. Ángeles tendrá unos 60 años, tez morena y piel curtida por el sol, pelo canoso. Le acompaña su hija Ana, una amiga de ésta, y un matrimonio… Me cuenta que aunque ella nació en Jaén, desde que era una niña y siempre de la mano de su padre, ha pateado los bosques de la Sierra de Madrid. “Fue mi padre quien me enseñó todo lo que sé de setas, me enseñó a pescar, me cuenta, mientras le brillan los ojos, como si, mientras lo rescata de su memoria, se viera a sí misma, de niña junto a su padre recorriendo esos mismos caminos.


Ahora Ángeles coge setas, especialmente níscalos, con su hija Ana. Conocen bien los caminos del monte guadarrameño. De hecho, ya de retirada, después de hora y media, regresan a casa con tres cestos colmados de níscalos. Ana, la hija de Ángeles, dice que tiene que llover más: “ya están muchos níscalos secos, o con gusanos…”.


Y ahora ¿Qué?¡Claro!¿Cómo cocinar todo lo que han recolectado para que no se pudran en pocos días? Pues bien, todo tiene su técnica. Ellas prefieren, una vez lavados debajo del grifo y cepillados, hacerlos a la plancha con aceite, sal y ajito. “Estos son muy buenos para la plancha. Los medianos son los mejores. Aceite, sal y ya está. Los cocinamos a veces con patata, otras veces con arroz…”.

Hasta que me decido a hablar con ellas, he visto en menos de media hora, bajar del monte a otro matrimonio y una pareja de amigas que descienden por la misma ladera con dos cestas llenas de setas. Por el otro lado del monte, en cambio, escucho a otra panda que se queja de su mala suerte y vuelven a casa con las cestas como llegaron: vacías. No han tenido una buena tarde de setas… En esto, como todo en la vida, hay que saber al menos un poco.