LA NOCHE DE ADOLFO ARJONA

Las inquilinas del “Castillo de Holmes” eran seducidas por la atrayente personalidad de Henry Holmes

Cuando tenía todos los bienes de las mujeres a su nombre, las gaseaba y enterraba en cal viva

Tiempo de lectura: 4 Actualizado 22:54

Como si se tratara de una macabra réplica del hotel de Norman Bates, el conocido como “Castillo de Holmes” abrió sus puertas el 1 de mayo de 1893, donde se alojaban mujeres que jamás saldrían de allí.

En aquel establecimiento de tres plantas y de aspecto siniestro, ideado por la sádica mente de Henry Howard Holmes, tenía una red de conductos ocultos y de sistema de gaseado… de montacargas y accesos secretos al subsuelo… y de un sótano dotado de un pozo de cal viva… de barriles de ácido… y de hornos de carbón.

Las inquilinas del “Castillo de Holmes” eran seducidas por la atrayente personalidad de Henry. Él las empujaba a poner propiedades a su nombre, con la promesa de que pronto se casarían. Pero la realidad era otra.

Una vez alcanzaba sus objetivos, las mujeres eran gaseadas o dormidas con cloroformo. A veces, aquellas mujeres eran conducidas al “calabozo”, una habitación repleta de elementos de tortura.

Tras la muerte, o incluso antes de morir, las víctimas eran introducidas en cal viva o rociadas con ácido para hacer desaparecer cualquier pista. En otras ocasiones, los hornos devoraban sus cuerpos.

Una vez descubierta la aterradora historia, Henry Howard Holmes fue condenado a morir en la horca por los asesinatos de más de doscientas mujeres.

El 7 de mayo de 1896, murió colgado de una soga, tras quince minutos de extrema agonía.

LA HISTORIA

Se cumplen 130 años de la inauguración del conocido como Castillo de Holmes… un siniestro lugar donde encontraron la muerte más de doscientas mujeres. Para saber cómo pudo pasar aquello y cómo pudieron ser engatusadas de esa forma por la sádica mente de Henry Howard Holmes, en La Noche de Adolfo Arjona acudimos a José Manuel Frías, autor del libro “Henry Howard Holmes, el hotel de los horrores” de editorial Almuzara.



Estamos ante un hombre elegante y atractivo, con una enorme capacidad de ingenio y manipulación y con una enorme falta de empatía. 'Su escalada de muerte comienza con una viuda, era dueña de una farmacia en el centro de Chicago y madre de una niña' cuenta José Manuel, 'nada mas comenzar la relación consiguió que pusiera todo a su nombre con la excusa de que así se haría cargo de ellas con mayor comodidad, nada más hacerlo. Henry mató a la madre y a la hija en una habitación trasera de la farmacia'.

Aparentemente Henry Howard Holmes era un hombre respetable y honrado farmacéutico que decidió construir un hotel al que llamaría “El castillo de Holmes”. Pretendía terminarlo a tiempo para la inauguración de la Exposición Internacional de 1893, que se iba a celebrar precisamente en Chicago. El objetivo es que ese hotel se convirtiera en el lugar de residencia temporal de gente adinerada, principalmente mujeres, que acudirían solas a la Expo y que necesitaban un sitio seguro. 'Para aquellas obras contó con varias cuadrillas de obreros a los que iba despidiendo al poco de comenzar a trabajar, el motivo es que Henry no quería que nadie supiera lo que ocurría en el interior del edificio' asegura Josá Manuel Frías, 'todo el edificio esta ba infestado de pasadizos que comunicaban con las habitaciones de la clientela, mirillas para espiar dentro de los cuartos, accesos secretos a la calle, incluso una especie de montacargas sin cabina que desembocaba en la oficina privada de Henry'.

También tenía un generador de gas del que salían varias tuberías que iban a parar a los conductos de calefacción de algunas habitaciones. Y peor aún… De la oficina de Henry salía una especie de tobogán que descendía a un sótano sellado que contenía un pozo de cal viva y varios barriles llenos de ácido. Y como colofón, varios hornos de carbón. Como ya te estarás imaginando, el gas servía para provocar la muerte o el desvanecimiento de los inquilinos de las habitaciones… los conductos secretos para desplazar los cuerpos de un lugar a otro sin que fueran vistos… el tobogán para hacer descender los cadáveres al sótano… y la cal viva, el ácido y los hornos, para hacer desaparecer los cuerpos de diferentes maneras.

EL HOTEL DEL HORROR

El “Castillo de Holmes” se terminó de construir a finales de 1892, y la Exposición Internacional de Chicago se inauguró el 1 de mayo de 1893. 'La mayor parte de los inquilinos eran mujeres y Henry coqueteaba con esa mujeres, logrando llvarselas a la cama con la promesa de matrimonio y las convencía siempre para que les traspasase sus bienes', cuenta Frías, 'una vez logrado ese objetivo, acababa con la vida de esas mujeres una veces gaseando la habitación y otras empapando un pañuelo en cloroformo, para trasladarlas por los pasillos secretos y lanzarlas por el tobogán al pozo de cal viva'.


DESCUBRIMIENTO

Todo lo que ocurría en este hotel se desubrió de manera casual. 'Henry había matado a la mujer viuda de un amigo para cobrar un seguro de vida, y la compañía intentó contactar con ella', cuenta José Manuel, 'al no conseguirlo se inicia una investigación y se pone en marcha una orden de registro dentro del hotel, en el que los agente encontraron barriles con restos de huesos, aunque nunca se pudo saber el número exacto de víctimas, se supone que pudo haber asesinado a 200 personas'.

El 7 de mayo de 1896, Henry Howard se enfrentó a la muerte sobre un cadalso. A pesar del miedo… a pesar del ataque de pánico, antes de que pudiera gritar... se abrió la trampilla y su cuerpo quedó colgando en el vacío. Pero su cuello no se partió, y Henry Howard Holmes tardó quince agónicos minutos en morir. Como nadie reclamó el cuidado de su tumba, ninguna lápida identifica el sitio en el que fue enterrado.



MODUS OPERANDI

Henry Howard Holmes introducía los cuerpos de sus víctimas en cal viva, en barriles de ácido y en hornos de carbón para desacerse de ellos. Para saber hasta que punto se eliminan así las pistas para una posible investigación policial, en La Noche de Adolfo Arjona acudimos al antropólogo forense Francisco Echeverría, profesor titular de medicina legal en la Universidad del País Vasco y subdirector del Instituto Vasco de Criminología. 'La cal viva no hace desaparecer por completo un cadáver, es un error que viene de la novela negra' asegura el profesor, 'además, con frecuencia lo conserva en mejores condiciones porque lo deshidrata y lo deja seco, y a veces aparecen incluso pas partes blandas lo cual permite avanzar un poco más en la investigación'.

'El ácido es más eficiente que la cal para hacer desaparecer un cadáver, pero se necesitaría mucha cantidad' asegura Francisco Echeverría.

'Y en el caso de reducir un cadáver a cenizas, siempre queda algo de hueso fragmentado' asegura el doctor Echeverría, 'por eso en la incineraciones funerarias, una vez que se ha quemado el cuerpo, luego trituran el hueso para que no quede ningún fragmento'.