"La Constitución tiene errores, cosas que no están bien hechas, pero fue fruto de un método de diálogo y de consenso"
Es el análisis del comunicador de este sábado 6 de diciembre
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Las ocho de la mañana, las siete en Canarias. Muy buenos días a los madrugadores del fin de semana, muy buenos días a la gente-gente. En este sábado en el que vamos a tener todavía lluvias, cielos cubiertos… El anticiclón entra ya para mañana y tendremos buen tiempo en el día de la Inmaculada, en el día de la Purísima, el lunes.
Sábado, 6 de diciembre. Empezábamos este programa a las seis de la mañana y vamos a estar contigo hasta las ocho y media.
Cánovas del Castillo, el hombre que redactó la Constitución que más ha durado en España, murió de tres disparos mientras esperaba a su mujer. Su mujer y Cánovas estaban descansando en el balneario de Santa Águeda, en Guipúzcoa. Fueron a misa; su mujer se quedó retrasada hablando con una amiga. Cánovas entró en el balneario y entonces el anarquista Michele Angiolillo le disparó a bocajarro.
Angiolillo no conocía a Cánovas; le habían dicho que era un señor muy elegante que estaría leyendo la prensa, y así fue. Cánovas se había casado a la edad de 59 años. Cánovas retrasó mucho su matrimonio; no retrasó todo en su vida tanto. De hecho, el restaurador de la monarquía después de la Primera República, ya tenía redactada la Constitución de 1876 antes de que se celebraran las elecciones que debían elegir a los diputados encargados de redactarla.
Es la Constitución más longeva porque, en teoría, estuvo en vigor hasta 1931. Nuestra Constitución vigente cumple hoy 47 años. La Constitución de Cánovas duró mucho porque nadie atacó —o acaso contradijo— esa Constitución, y nuestra Constitución, la de 1978, corre ese peligro.
Hace 47 años el pueblo estaba convocado al referéndum que se preparó para ratificar la Constitución. Casi el 90 % de las personas que votaron hace 47 años lo hicieron a favor de la Constitución. Miquel Roca, que es uno de los dos padres de la Constitución que siguen vivos, decía hace unos días, cuando le entregaron el Toisón de Oro del rey, que era necesario ser fiel a lo que nos dimos, a las instituciones que nos dimos hace 47 años. Ser fiel a las instituciones que nos dimos, encabezadas por la Corona como símbolo de la forma de Estado.
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Bueno, pues hoy es un buen día para reconocer que aquello se hizo bien: que la Constitución tiene errores, cosas que no están bien hechas, pero que fue fruto de un método de diálogo y de consenso que nos permitió ponernos de acuerdo para crear ese cauce por el que debe discurrir nuestra vida democrática. Pero tenemos un problema.
Hoy El Mundo trae una encuesta en la que más de la mitad de los españoles no se reconoce en la Constitución del 78. Los socios de Sánchez no van a estar en los actos que se celebran hoy en el Congreso de los Diputados. Vox dice que está con la Constitución, pero no va a acudir a ningún acto institucional donde haya socialistas.
El texto de la Constitución actual —la Constitución de 2025— es el mismo texto que el de 1978, con algunas modificaciones: se han hecho pequeñas reformas del texto, pero los cambios más importantes no se han dado en la letra de la Constitución, sino en el espíritu de la Constitución. Es lo que los constitucionalistas llaman una “mutación”: mutaciones de la Constitución que se hacen por la puerta de atrás.
Por ejemplo, nos hemos convertido en un Estado federal, que no es lo que estaba previsto en la Constitución, y sin los mecanismos de contrapeso de un Estado federal. La sentencia reciente del Tribunal Constitucional sobre la amnistía ha establecido como principio que todo lo que no está expresamente prohibido por el Parlamento está permitido, y eso es también una modificación de la Constitución. Son modificaciones que no se producen siguiendo el procedimiento establecido.
La reforma de la Constitución que establece la propia Constitución requiere una mayoría de tres quintos —el 60 % de los diputados—, un amplio consenso; y las mutaciones constitucionales que se están produciendo no están teniendo ese consenso. Se sacan adelante con leyes que requieren menos mayoría, o con sentencias del Constitucional, un Constitucional muy politizado.
En los años de la redacción de la Constitución había pocas mujeres en puestos de responsabilidad. Donde sí había una mujer con una gran responsabilidad por aquellos años era en Moncloa: ahí estaba Carmen Díaz de Rivera, jefa de gabinete de Suárez, que era entonces presidente del Gobierno. La musa de la Transición, la llamó Umbral.